Un hombre fue a Toledo en bus y ya le pareció caro el viaje. No quería gastarse más allá de 10 euros en la visita. Entró a preguntar el precio de una espada y se quedó a cuadros. Vio la catedral por fuera y le pareció muy grande. Vio a un músico cantar en la calle y estuvo largo rato oyéndole porque salía gratis. Probablemente, le oyó todo el repertorio hasta que llegó la hora de comer. Compró 100 gramos de mortadela y una barra de pan, 3 con 50. Y le pareció caro. Se hizo el bocadillo en la plaza de Zoco Dover. Se lo comió y luego paseó y paseó por las calles innumerables veces y vio a los toledanos cómo tendían la ropa, cómo se sentaban al sol y cómo bebían agua de la fuente. Él bebió también abundantemente porque era gratis. Apuró su visita y su paseo pasando cuatro veces por el alcázar, por las callejuelas del barrio judío, etc. Cuando se hizo de noche y no se veía bien, no quiso gastar vista ni forzarla. Se sentó en el autobús y fue tentando las 6, 50 de ala que le habían sobrado. Cuando llegó a Madrid, Madrid le pareció carísimo y no anduvo por él no fuera a ser que se se le saliera el dinero del bolsillo en tonterías como un cafelito caliente.
Hay gente que se tienta las carnes.
Hay gente que solo se tienta el bolsillo.
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