Los padres deben dirigir a sus hijos hacia el bien. Los padres saben de asuntos que los hijos no saben. Poco a poco, esos padres deben hacer saber a sus hijos todo aquello que los hijos no saben. Quizás los padres son, para los hijos, como libros llenos de sabiduría. Los padres transmiten a los hijos la rutina de sus trabajos pero también deben enseñarles las ventajas o virtudes de sus trabajos para que el hijo decida qué hacer en la vida. Deben los padres decir a sus hijos que la raíz del estudio es amarga pero que son muy dulces luego sus frutos. Saben los padres que el mundo está hecho para sus hijos, ya no tanto para los padres, así que ser padre es un acto de generosidad muy grande. Así que los padres deben ser maestros de ese mundo nuevo que viene para sus hijos. Y los hijos deben saber que mucho de sus vidas se debe a los padres, que, ya viejos, deben ser atendidos por los hijos en lo que puedan.
Los hijos hacen viejos a sus padres.
Pero los padres también rejuvenecen por sus hijos.
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