miércoles, 26 de marzo de 2025

 Me la encontré en el supermercado. Llevaba en una mano cebollas y en la otra patatas. No llevaba ni carrito. Iba fija. Tortilla. Barata. Dice mi vecina que luego le mete algo de chorizo y pimiento, para que tenga consistencia y sabor. Iba de negro porque perdió a su marido hace tiempo. Tendría unos setenta y muchos años. Se vale de un bastón. Tiene mucho miedo a las caídas, aunque todavía no se ha caído. La caída de esta señora tiene mucho de simbólico. No solo es la caída física de caerse por la calle o en casa. Es que la caída significa dependencia de los demás y en última instancia, la residencia. Y ella no quiere. Pasa con sus cebollas y sus patatas por el cajero y va ya decidida a preparar la tortilla, que aún sale barata y rica. Su pensión ha subido pero también han subido el jamón y el aceite y otras cosas que van en contra de su economía.

No nos caigamos.

Sigamos siendo esa roca contra la que choca la realidad de hoy en día.

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