viernes, 31 de enero de 2014

Yo he participado en premios literarios pero de una forma bastante chapucera. Concursé en uno de la caja ahorros del Mediterráneo hace mucho tiempo varias veces sin éxito y me cansé de escribir cuentos que escribía para la ocasión.
Voy a volver a participar otra vez. Ya tengo el relato preparado y todo pero no espero ganar. Sólo matar el gusanillo de participar otra vez. El deseo de participar se debe a mi hermano que se enteró de un premio y participó con las ganas de un literato. Pero si el literato soy yo. Así que voy a participar. Un amigo que tengo ha sido tribunal en algún premio y me aconseja que participe con mi novela cuando la acabe. Lo voy a hacer porque publicar en amazon no ha sido muy popular. No ha tenido tirón aunque le doy las gracias a mis primos que compraron el libro. Me dice ese amigo jurado que estos premios son una carambola, que se presentan muchísimos escritores. Bueno, voy a probar a ver. Con un par de cuentos y mi novela.
Me he estado leyendo estos días la novela "Quien sueña novela" de Raúl Guerra Garrido, premio "Fernando Quiñones" del 2009. No he podido seguir leyéndola. Es aburrida, no sé que intención tiene esta novela. No pasa nada. Cuenta cosas diversas en cada capítulo, a cada cual más extraña. No entendía nada a medida que iba leyendo. Se supone que es el recorrido de un señor que tiene que hacer una cosa muy importante a las diez de la noche. Yo no he querido esperar a que llegara tal hora. No he podido.
Además, leer esta novela se sale de mis perspectivas de especialización pues yo me voy a  especializar inteligentemente en novelas de los años 70 a 90, que son las que molan. Esta novela de la que hablo es del año 2010 y claro, no hay perspectiva. Además, esta novela "está entrecortada con sutiles ironías y guiños literarios" que quizás yo no he sabido captar como debiera. Así que lo dejaremos correr y la devolveré a la biblioteca.
Quizás la felicidad sea esa fierecilla que hay que sujetar a nuestro lado como si fuera un perrillo demasiado nervioso e inquieto que está a punto de mordernos. No somos amos de nuestra propia felicidad; ella viene así, de repente y como de muy lejos, como si no nos conociera, como si no fuéramos nosotros los agraciados con la sensación de bienestar vital que tiene lugar cuando ella sobrevuela nuestra cabeza por unos días o quizás por unas horas.
Pero somos nosotros los que la llamamos haciendo horas extras en la vida para que se nos recompense. Como si hiciéramos cestitos con mucho esmero para vendérselo a los guiris, así hacemos cumplidos a la vida para que la felicidad nos alegre el espíritu por un tiempo. O quizás es la fortuna la que se acerca a nosotros y nos toca con su dedo de oro para que todo fluya como la corriente de un río profundo y puro dentro de nosotros. Y así es la felicidad: un estado de semiinsconsciencia que nos alegra el corazón y pareciera que llevamos alas mientras caminamos nos da igual dónde.
No nos engañemos: nos están engañando. Los políticos (y un concejal de un pueblecillo donde se va a construir una urbanización residencial lo es) se ponen el sueldo que ellos quieren y luego cobran sobresueldos sobre lo que se construye. Ahora hay la moda de que un político cualquiera tenga una docena de asesores que pagamos todos. Hay la moda del porcentaje a recibir por servicios prestados y no conformarse con el sueldo que además es tan arbitrario y alto como ellos elijan. Además, los políticos cobran dietas que suponen otro montón de dinero a las arcas públicas.
¿Y qué han hecho y qué hacen? Liarlo todo, inventar leyes innecesarias, subir impuestos, no luchar contra el fraude de los ricos, lamer el culo a las grandes empresas, cobrar porcentajes, hacer desfalcos en ayuntamientos, construir cosas que no valen para nada pero cuestan un riñón, crear nuevos cargos en la administración que sobran, querer privatizar servicios públicos, cobrar porcentajes de obras privadas, crear asesores a dedo, aprobar oposiciones amañadas, enchufar parentela afín, etc. O sea, que los políticos son un derroche innecesario y perjudicial en muchísimos casos.

Así nos va. Y podría irnos de otra manera si no fuera por la incomprensión, por el abuso que nos hacen otros o por nuestra propia torpeza de dejarnos engañar. El otro día leí que ha habido en toda España 40.000 manifestaciones en el 2013 para quejarnos de los abusos.
Así nos va. A mí, sin embargo, me va bien dentro de este barco que hace agua por todos los lados. Me he encontrado con una señora a la que están haciendo una judiada en una clínica dental. Mejor ir con un oído atento y el otro desconfiado a los sitios pues ya no te puedes fiar ni de nombres, ni de marcas, ni de prestigio falso.
Bancos, clínicas, empresas que cacarean sus productos luego son una filfa engañosa que nos conducen al desastre. Pues si ellos no son serios, ¿por qué íbamos a ser serios nosotros? Ojalá el golpe que le dieron a Blesa con un periódico se lo hubieran dado con un ladrillo, descalabrándole allí mismo. Y así con todos esos lobos asquerosos que pasean sus vicios y sus lujos ante nosotros. Lobos no. Malditos perros sarnosos.

miércoles, 29 de enero de 2014

Decimos adiós a enero. Vino enero con sus reyes de Oriente, muy preparaditos ellos para dar regalitos a los niños, esos niños que un día se harán mayores y ocuparán puestos en cualquier sitio que les dejen o ellos se ganen, como nos hemos ganado nosotros el puesto que desempeñamos hoy o que desempeñamos algún día. Y esos niños madrugarán y se acordarán de esos reyes ficticios que un día les llenaron de emoción los ojos y los espíritus.
Luego enero ha ido declinando en emoción, después de comido el roscón para que no vuelva más este maldito enero que se despide con un frío del demonio, con el mensaje invernal en forma de nieve.
En Siria se están matando. Las previsiones del gobierno en España son buenas porque ya crecemos igual que crecen los niños que en este enero echaron la carta a los reyes. El paro sigue y seguirá acompañándonos mucho tiempo, el paro que se creó mientras un gobernante negaba la crisis y ahora nos la tenemos que tragar. Qué bonito negar la crisis como si fuera un rey mago ficticio. Qué bonito llamar a los que avisaban antipatriotas. Los antipatriotas ellos, que no miraron por España y sí por ganar elecciones a toda costa, o sea, mintiendo como bellacos.

martes, 28 de enero de 2014

Sobre estilos de narradores no se sabe nada ni cuál es el mejor. Estoy leyendo a Steinbeck y tiene un estilo bastante sencillito así como el de Flaubert en "Madame Bovary". Lo importante es contar con amenidad el caso, que diría el anónimo del Lazarillo.
Yo no busco el adjetivo más rimbombante ni que suene más significante ni sonoro. Yo busco la claridad en todo lo que escribo.
Hoy me he puesto en serio con la novela y me ha quedado casi clara toda su estructura, mientras arreglaba algunos elementos de la misma. Como son historias paralelas, no sé cómo juntarlas pero veré la manera de hacerlo como sea y cuando la tenga ya escrita y compuesta del todo la mandaré aun concurso literario donde saldrá premiada y seré aclamado en el mundo de las letras e iré a los cafés (si todavía se lleva) a hablar de mi libro y a dar lecciones de estilo, de buen vivir y de cagar sin ganas. Viva la literatura
Llevamos tres días de viento frío que no perdona el salir a la calle. En cuanto asomas el bigote al portal, te persigue hasta meterse hasta por la rendija del culo. Por otra parte, yo he estado oyendo en una radio por internet fragmentos de una novela de Gabriel García Márquez. Qué tío. Cómo maneja el adjetivo. Pone adjetivos por todos los sitios, haciéndote ver, oír y sentir lo que narra. Pero no es mi modelo. Demasiado alambicado para mi gusto. Por otro lado, hoy me he examinado de lo de inglés, en la universidad. Qué pereza levantarse. Al final, de la hora y media que dejaban, en tres cuartos, tenía escrito el examen. Los alumnos compañeros decían que el profesor no se decidió en que lengua había que escribir el examen. La becaria que ha vigilado el examen ha dicho que en cualquiera de los dos. Yo lo he hecho en inglés y creo que he cometido más de un fallo gramatical. El caso es que me olvido de esta puta asignatura y comienzo otra en el segundo cuatrimestre.

viernes, 24 de enero de 2014

Como fieras que duermen en un jardín cotidiano,
como trampas que esperan la incauta luz de labios vencidos,
como ese juguete que salta sin saber por qué ante el asombro de bailarinas tibias como la leche.
Así se rompe la lógica del lunes ebrio de mañana.
Así se somete la razón al naipe absurdo de los tórridos celos.
Así se destapa el seso y se llena de la mansedumbre loca de las hormigas.
Y el que mira toda esta extrañeza sufre como un pie torciéndose ante el peso de la caída.

jueves, 23 de enero de 2014

Está claro que cada artista usa un lenguaje distinto para manifestar su arte. El pintor se vale de su apreciación sutil del color, la luz, el espacio y su imaginación. El arquitecto domina las formas, los materiales, etc y sinfín de conocimientos teóricos pues no es lo mismo diseñar un hospital que un museo. Así también el escultor, el músico, cuyo oído debe estar muy bien formado, etc.
Quizás el artista más ramplón es el escritor porque, ¿de qué se vale? Pues de la misma materia con que los vecinos se cuentan la vida unos a otros, del mismo material con que un lotero anuncia sus números, del mismo objeto con que un jurista hace las leyes, del mismo rancio elemento con que los políticos recaudan sus votos en un mitin: o sea, el manido lenguaje natural de todos los días.
En el escritor está el poder de usar ese lenguaje de manera eficiente para agenciarse unos lectores que le aprecien. A él y a su lenguaje y lo que cuente con su lenguaje. Y no es nada fácil. Se requiere una técnica, una dedicación y corregir constantemente hasta que quede perfecta la frase.
¿De qué escriben los escritores? Los hay que se centran básicamente en temas históricos, en revisar algún punto oscuro de determinado periodo. Los hay que se basan en el poder del personaje que crean, le hacen fuerte, atractivo, contradictorio, interesante, etc. Hay otros escritores que se basan en situaciones vitales al límite, en el que los personajes luchan por la supervivencia y así, nos quieren sensibilizar a los lectores de una situación social injusta, de una situación económica insostenible, etc. En estas últimas novelas puede haber una visión marxista de la vida y de la historia, se manifiesta una denuncia para que la situación se revierta mediante una revolución. Otras historias son aventuras en las que el personaje se juega la vida una y otra vez, aparecen escenarios y enemigos diversos y la intención del autor es la evasión del lector que siempre está en un ay al borde de la muerte, salvándose in extremis de peligros. La otra visión es la romántica o sentimental. Y otra forma de novelar es la realista. Y otro es el absurdo. Y otro es...
Me gusta leer biografías de escritores y pintores. Generalmente, todos los artistas suelen viajar bastante, requeridos de su arte; primero, para formarse y después por circunstancias de sus vidas o por el azar. Raro es el escritor que vive y muere en un mismo lugar, aunque también los hay. Pienso que la visión de paisajes nuevos debe influir en la manera de describir y de contar las cosas.
Además, también influye en la escritura nuevos modos de vida, nuevas lenguas, nuevas ciudades, la aproximación al mar, etc.
Delibes dijo en sus últimos días que Valladolid es un inmenso aparcamiento y Madrid, otro aparcamiento mucho más grande incluso. Tener una visión así de estas dos ciudades, además de que es bastante certera a mi modo de ver (ya nadie puede aparcar en Madrid) y la verdad es que las ciudades se hacen para los coches más que para el peatón, dificulta su disfrute. Las ciudades se han vuelto centros donde la incomunicación cada vez es más habitual y la desconfianza entre ciudadanos gana terreno. Es hoy más difícil conocer un lugar por esa forma de entendernos tan mala que tenemos todos. Por lo tanto, los escritores ya no podrán conocer con tanta facilidad el mundo que les rodea o aquel lugar que visiten.

martes, 21 de enero de 2014

En el horizonte triste del ciudadano medio
hay colorines y sucedáneos del león africano.
Tras la película repleta de emociones, hay un cigarrillo que arde como arde la mano del mono del zoo.
En la encendida lectura de una novela
hay un momento en que no sabemos casi lo que somos.
Y así todo.
Pero tú, insigne navegante de internet, sigues erre que erre buscando acaso la piedra filosofal en una página web.
No obtendrás más que luminarias al fondo del camino
que lo confundirán y ya no llegarás a la ciudad.
Mirando las curvas de nadie en plena calle, nos perdemos en selvas de verde misterioso, de cálidas lluvias, de emoción sin cuartel.
Y eso es todo.
Los grandes discursos quizás hayan movido
a la guerra, a la codicia, a la defensa de la patria,
a tantas quimeras que han venido
a vernos.
Pero sólo tú, sólo tu mirada
me ha movido a mí
a quererte, a darte un beso, a acompañarte a tu casa,
a quitarte ese frío que tenías ese día dormido en que te vi.
Y no quiero ya oír hablar desde el púlpito canalla ni a los curas ni a los que blanden banderas.
Quiero que tú subas al púlpito
a decir lo triste que estás a veces por culpa de otras voces que se oyen para que caminemos unidos sin saber adónde.
a decir que sólo los bares te consuelan,
a decir que me quieres, a decir que eres buena, a decir que te quieres bajar del púlpito porque no es tu sitio.

Otra vez la dura prosa que avanza lentamente cargada de ideas, de historias y a veces de nada bueno. En fin, voy a hablar ahora de cosas intrascendentes pues el mundo está llena de ellas. Uno dirá: "si está el mundo llena de ellas y las podemos ver, ¿para qué hablar de ellas?" Y yo digo: "no lo sé" pero a veces merece la pena fijarse en esa taza que descansa en la barra del bar, con ribetes de café pegados en el borde, sugiriéndonos asco, asco de lo ajeno y el camarero la coge con desdén y la deposita en un lugar que no vemos y luego pedimos nosotros otro café y nos lo bebemos y la taza vacía pasa a ser la taza que había antes y que vuelve a sugerir asco en otro cliente que vendrá después.
Así es la vida en todos los niveles, no sólo en el nivel de las tazas de café de los bares: todo pasa, todo llega. La Nochebuena se viene, la Nochebuena se va y nosotros nos iremos y no volveremos más. ¿Qué lección de filosofía podría ser tan entretenida, tan escasamente cargante y tan triste y peliaguda?
Yo no soy quién para manifestar unas penas pues yo no las sufro.
Pero sí escribo novelas y leo el periódico en el bar.
Y quiero escribir estas cosillas que me duelen dentro.
Me duelen porque procuro ser buena persona mientras otros malas.
Y tanto jeta a un país no le conviene
porque se cae a cachos cualquier día, con policía o sin policía.
La gentuza que sale en los periódicos últimamente
con el descaro propio de filibusteros,
con el lucro procurado impunemente
sus culpas deberían pagar todas conjuntas y ante juez honrado
pero no hay culpa ni juez ni derecho ni ganas ni justicia
recomendándonos políticos y financieros
que no nos quejemos, que paguemos la deuda,
que digamos que sí
a este sucio y puto enriquecimiento.
El cutis bien tostado por el sol
de las dulces mañanas con la mano sierva del zoo de los milagros.
En el punto de mira del banquero
hay un león que paga toda la ruina de un país.
Las cuentas salen a dar un paseo para anochecer como elefantes.
Y hay uno en una casa olvidada que va pastoreando lentejas que pasan al estómago como un zumbido triste de avispas.
Suenan las cifras en el estúpido televisor para argumentar un aumento de peso en los sólidos abdómenes de directivos con el rostro de metal resonando impúdicos, resonando jetas, resonando los tímpanos del desahuciado.
Qué pena no hay guillotina para ciertos cuellos adinerados.
Qué pena que el dinero no sepa de penas.
Qué pena tener que esperar a una justicia que nunca llega.
Directivos de los bancos, !uníos! y comed una mariscada a cargo del ahorrador. Es lo propio de los tiempos aciagos estos. La vida padre, la ley del tutiplén sin cargos.

lunes, 20 de enero de 2014

Cuando yo estuve trabajando de profesor, hice un curso de preparación del profesorado precisamente que consistía en la PNL o programación neurolingüística. Un hombre muy amable y pedagógico nos habló de que además del lenguaje y por encima del lenguaje hablado, existían muchos signos en nuestro cuerpo que transmitían una información y que esa información y esas partes de nuestro cuerpo son moldeables para que puedan proporcionarnos bienestar mental.
Hicimos pruebas prácticas y todos sus alumnos comprobamos que sí, que nuestros ojos, nuestras manos, nuestro tacto expresaban cosas. El profesor de PNL nos advirtió que hay alumnos que se comunican táctilmente, otros visualmente y así.
Lo que a mí me interesa de esta programación o teoría es que yo quiero aplicar a mis novelas ese carácter sensitivo que tienen las cosas que nos rodean: la lisura fría del cristal de la ventana, el ambiente humeante  y denso de la cocina, el tacto fino de unas manos, etc. A mi novela le falta eso: sensibilidad de las cosas que lleguen al lector y en ello estoy.
Una charla confortante en un bar puede componer cualquier espíritu en baja forma. La exposición de ideas, aunque sean vanas o irrealizables en la práctica, aunque sean ilusiones, forman una nubecilla agradable en el entorno amable que separa la barra del camarero y los clientes. Ese vapor hablado se extiende en el cerebro cuando ya salimos de haber mantenido una relación social libre y buscada y notamos que nuestra mente está más despejada porque hemos dicho lo que teníamos que decir.
Otra cosa es que nos quedemos a gusto del todo. No. Los problemas siguen ahí, acechándonos en cuanto los pensemos un poco pero, como ya digo, hemos dicho cosas que no teníamos otro lugar más apropiado donde decirlas que en esa despensa de bebidas donde a cualquier hora podemos entrar y encontrarnos con el interlocutor, sino benefactor que mire por lo nuestro, si conciudadano que nos ha escuchado poniendo atención y remedio pronto y sincero de nuestros reconcomios. El que al bar va y viene, dos casas mantiene.

domingo, 19 de enero de 2014

Pocos son los elegidos. Muchos los que hacen bulto en este mundo de Dios. Es como en una guerra: pocos son los generales y muchísima la tropa. ¿No conocemos el caso de aquel chico que iba para violinista, para baloncestista, para futbolista y, como dice mi madre, se quedó en los hilvanes? Así una legión de gente que parecía que en sus inicios despuntaba hacia algún sitio alto en el escalafón y se fue quedando mirando cómo su puesto presunto lo ocupan ahora otros.
No hay que preocuparse.
No hay nada como ser un gran ciudadano y ser conocido en la vecindad como el mejor vecino con el que nos hemos topado en la vida que igual te hacía un favor que tenía una conversación apañada para cualquier rato de esparcimiento. Esos son los héroes que casi nunca salen en la televisión. Pero están ahí. Y se pasa uno el rato divinamente con ellos sólo con que te cuenten alguna anécdota de juventud o el último desaguisado conyugal o la última ocurrencia de sus vástagos. La vida es así. Los generales se cuelgan medallas y a los ciudadanos nos cuelgan los cojones.
Seguro que en mi pueblo, a estas horas de la noche y con la nevada que ha caído, restalla el silencio blanco en la plaza y en las calles aunque pueda haber todavía algún vinoparlante apoyado en la barra del bar charlando con otro que ha bajado a tomar un café a olvidar a la parienta por un rato. Las charlas que se entablan a estas horas son un mero relleno de los minutos que faltan para tomar las sábanas. Alguna vecina, quizás, ha ido a interesarse por otra a la que le falta un poco la salud y tanto ha habido de qué hablar que a la visitante se le hecho tardísimo y sale como un rayo a casa, a atender a su gente.
Ha pasado un domingo de charleta, de vinitos, de reír las gracias de los niños chicos y de reconvenirlos por sus diabluras.
Ha pasado el frío por la calle, el solecito enfermizo de enero y la tarde ha llegado cuando todos estaban ya de recogida y haciendo mentalmente el preparativo de la semana y cosquilleando en la cabeza algún problema que se ve todavía irresoluble. El lunes está viniendo y ya la televisión dice las últimas tonterías. Todos aceptan el paso de un día más y se preparan para acostarse con duelo y resignación propio del vencimiento del fin de semana. La lucha vuelve, el pueblo descansa, turbio el cielo arriba, blanco el suelo abajo.

viernes, 17 de enero de 2014

El que pone un poco de dificultad en su vida puede estar seguro de que la vida no le va a resultar aburrida. Con dificultad quiero decir superar obstáculos o colocar en el día a día un poco de ambición, la justa para que esa misma vida no caiga en la rutina o sólo se consuele satisfaciendo unos pequeños vicios que a nada conducen.
A veces, la dificultad ya es dada, por tener que superar una enfermedad o unos resultados académicos malos que uno no había querido. Si en la vida no hay más que pasar los días uno por otro, todos parecidos, ¿qué alegría va a ver en esa vida tan fácil, tan monótona si no hay nada que superar?
A veces, el día a día es engorroso y lleno de tareas que no nos atañen como reto personal; a veces, uno trabaja para el bienestar de otros sin ninguna recompensa a cambio. Ese es el destino de las amas de casa o de alguien que se ha quedado al cargo de una persona mayor, etc. Pero debemos también alternar esas cargas con premios de los que disfrutar, como pasar el tiempo con gente agradable que nos llene las horas de diversión.

jueves, 16 de enero de 2014

Hoy he estado en un barrio de Madrid a ver a mi hermano mayor. Mi hermano mayor sufre un cáncer de laringe. Es duro llevar la quimioterapia. Hemos estado charlando con él y viendo las series televisivas. Quizás, las series televisivas sean para él otra especie de terapia con la que matar el tiempo pues se ha tenido que jubilar. No tiene un aspecto excesivamente malo pero le duele todo el cuerpo y se le hace difícil andar. Su humor, quizás, ha empeorado pero se ríe con ganas a veces desafiando su mal.
Al venir a casa me he dado un paseo por la calle y he pensado en en su mal, en lo que sufre mi hermano. He pensado en dejar de fumar, pues quizás también a mí me espere el mismo destino que a él. El tabaco es una mierda envuelta en papel fino y emboquillado que nos mata lentamente y nos va dejando enfermos y llenos por dentro de suciedad.
Hay que disfrutar de la vida sea como sea y no nos podemos lamentar de nada en este mundo pues el mundo rueda constantemente.
Qué bonito sería estar en mi pueblo y charlar con algún vecino de casi nada pues nada habría que contar que no fuera intranscendente. Pronto voy a ir un fin de semana allí a oír conversaciones tranquilas. Aquí, en la ciudad, mis compañeros son los libros prácticamente. He cogido uno de la biblioteca que está interesante y es de los años 90 pero habla de los años de transición y de comisarios y juzgados.
El sol no se atreve con las nubes. Los pájaros insisten con sus trinos en que están vivos y coleando. Yo tengo que hacer la comida para lo cual, tengo que hacer la compra, para lo cual tengo que salir de casa que no me apetece nada.
Había una canción que decía: "todo está en los libros". Si no está todo, algo sí que está. Los seres humanos deseamos siempre que nos cuenten historias; si no es la vecina la que nos las cuenta, bien puede ser un libro. La menor historia llama nuestra atención, así como el nacimiento de una amistad.

miércoles, 15 de enero de 2014

Dice Ortega y Gasset que la persona que asume su destino es más auténtica, después de que elige dentro de su circunstancia ese destino que le es dado. También creía el madrileño en las élites que debían conducir a las masas a un estado de felicidad. La vida es un quehacer, decía el filósofo fundador de la "Revista de Occidente". Nietsche creía en la estética y en "la voluntad de poder" de todos los hombres. Voluntad de poder no ha de confundirse con algo político sino con la fuerza que despliega el ser humano allá donde está. Nietsche creía más en el gusto que en la opinión.
Fueron dos filósofos con una formación exuberante, de un humanismo excelso y vieron la decadencia que existió en Occidente en el siglo XIX. Propusieron cosas que de haberse cumplido, cada ser humano hubiera hallado mayor alegría en el mundo, hubiera conducido su vida con una exigencia feliz, hubiera sido más humano y coherente consigo mismo. Oigamos a los filósofos: saben del mundo y cómo hacer un mundo mejor.

martes, 14 de enero de 2014

El hombre entró en clase. Antes había entrado el profesor, un hombre viejo canoso y frágil que se situó en la tarima. Una vez que estaban todos los alumnos y el hombre aquel instalados en sus asientos, el profesor repartió unas fotocopias con unas poesías y unos fragmentos de prosa. Luego, el profesor pidió a una alumna que leyera la poesía. El hombre, al leer la poesía no entendió nada. Hablaba del silencio, del amor pero en unos términos ininteligibles. El profesor elevaba una pregunta y se la contestaba él mismo pero denotando una falta de preparación que hizo la clase aburridísima. Luego, el profesor quiso hacerse el gracioso con unos supuestos absurdos y siguió hablando de la intertextualidad pero el hombre no sabía a santo de qué hablaba de nada. El profesor siguió comentando al buen tun tun la maldita poesía rara y ajena y el hombre se preguntaba qué tenía que ver aquella poesía y el comentario del profesor con la asignatura que era "crítica literaria contemporánea en inglés". Luego, otra alumna leyó los fragmentos en prosa y se repitieron los comentarios aleatorios y gratuitos y absurdos del profesor y el hombre quiso preguntar al profesor que qué tenía que ver eso con la asignatura pero no lo hizo y se llegaron las dos, fin de la clase, y el hombre salió corriendo a coger su autobús. Mientras iba hacia la parada de autobús pensó que ese profesor les estaba tomando el pelo a todos los alumnos de esa clase y le dio la impresión de ser estafado por un profesor que improvisa todo.
El ceño gris que ha mostrado todo el día el cielo me ha terminado cabreando. ¿Por qué no ha llovido de una vez y se han mojado las calles y se han refrescado las almas y las conciencias? ¿Por qué ha estado jugando el cielo con nosotros, por qué ha amagado una lluvia que no ha caído? Vaya mierda de cielo prometedor y mentiroso.
Hoy el cielo ha amagado y no ha dado nada.
Hoy me he levantado con la sensación de que mis más mínimas expectativas vitales no se van a cumplir por más esfuerzos que yo haga. Luego he desayunado y me he vestido y esa maldita sensación de aniquilamiento de mi voluntad ha ido desapareciendo pero el maldito cubrimiento de nubes grises que ha habido hoy sin desaguar me ha mantenido en un estado como de expectación inútil de mis quereres existenciales y mis últimos deseos para con esta vida que llevo. Si hubiera llovido todo se hubiera desvanecido en el agua bendita que da Dios y mis anhelos más sutiles pero incumplidos se habrían disuelto en el líquido elemento que moja todo el cuerpo y todo el alma y todo el ser hasta dejarlo como el algodón por dentro. Viva la Virgen de la Cueva.
Entre "pasa lo que tiene que pasar" y "yo puedo escribir mi propia historia" hay dos modos de ver la vida. Una requiere más esfuerzo que la otra. Se habla mucho de la protesta como modo de cambiar las cosas. Manifestaciones en la calle que mueven decisiones políticas, como la de la sanidad, que parece que se ha paralizado la privatización en Madrid por medio de esas protestas continuas y concienzudas. Si en la comunidad de Madrid ganan los socialistas, esas ideas privatizadoras se acallan. Ganarán la batalla los médicos y pacientes contra los políticos. Ojalá sea así en este caso pues yo estoy en contra de esas ideas de privatización. En el caso de la educación, un ministro ha conseguido soliviantar a toda la comunidad educativa. Más manifestaciones. La oposición firma contra la ley del ministro. Esta vez, lo que me repatea es que cada gobierno tenga que hacer una ley de educación distinta. Vendrá la del próximo gobierno, a ver si nos gusta o no. 
Pero en el terreno personal, ¿hay que protestar? ¿o hay que hacer cosas para que la historia cambie? En el terreno personal, yo creo que hay que hacer cosas por uno mismo pues de nada sirve protestar contra uno mismo. Salga usted a la calle y mire lo que hay para usted, para que usted cambie, para que usted dirija los pasos hacia su felicidad.

lunes, 13 de enero de 2014

Por la calle, en tímidas y pasajeras olas
pasan los pensamientos y las horas
callados los dos como púdicos enamorados
que se besan con el jugo de las perlas.
Y me hallo yo también contando el tiempo
mirando al envidiado cristal de la ventana
hasta que la noche ha avanzado tanto
que el mar distante y placentero se asemeja a un puchero de garbanzos.
Y ya el sueño me atenaza y surge en mí
el tranquilo deseo de otro día
para ir haciendo de la noche que me queda
el descanso del día que me aguarda.
El domingo, en editorial que firma el director del periódico "El Mundo", leí un resumen de los acontecimientos más recientes de la historia de España, desde la presidencia de Aznar y su apoyo a la guerra de Irak no querida por los españoles que se saldó con una bomba en los trenes de Atocha, hecho que ha marcado la historia truncada de España hasta el gobierno de Rajoy, si bien enderezador de la economía a pasos lentos, lleno de dudas por casos de corrupción que alcanzan a la corona. En medio, un dubitativo y pusilánime Zapatero que ha dado alas a los nacionalismos que ahora quieren independencia. Un reguero de situaciones políticas adversas que el director de "El Mundo" dice que se solucionan con la reforma de la Constitución.
Yo no sé cómo se solucionarán tantos dislates y sinvergüencerías pero tanto político malo, ¿adónde nos llevará?, ¿si no se elimina de raíz tanto abuso que hemos padecido los españoles qué solución hay?, ¿si además de una crisis económica los españoles tenemos que sufrir tanta crisis política, en qué acabará todo? 
Yo creo que otras formas de hacer las cosas se ha de imponer pero falta castigar como se debe todas las cosas malas que se han hecho.
Sobre la hora que no pasa y la que ha pasado
ando yo tristemente en esta tarde,
buscando al arte que se escapa entre los folios.
Busco ser mejor que una tarta de chocolate,
busco amansar el tiempo con unos renglones,
busco la fama de los que escribieron
y no encuentro más que el café de la barra de los bares.
Las piernas de las chicas se funden como oro
y mi novia espera a que sean las seis
para llamarme al móvil y decir qué tal.
Hay un gato que embadurna el aire
para hacerle más gris y para hacerle más cursi
y yo sigo perdido en la tarde
sin mis invenciones ni mis autoestimas.
Tengo un amigo que es asesor lingüístico en una importante firma de abogados al que veo una vez al mes y era un alumno aplicado de la facultad en la que estudiamos juntos. Este amigo se especializó entre otras cosas, pues él es dialectólogo, en la literatura galaico-portuguesa del siglo XII. 
Este amigo dice que hay que estar especializado en algo y siendo una lumbrera en temas filológicos pues le voy a hacer caso.
Yo tenía planeado especializarme, o al menos, intentarlo, en algo que me gustara. Después de pensar, he decidido especializarme en novelas de los años 70 a 90 en lengua española. Conozco unos autores que estarían en esa franja y que publicarían sus novelas en esas décadas. Sería cuestión de ir cogiendo títulos de la biblioteca y ver qué rasgos hay comunes entre esas novelas. Yo he leído algunas novelas de esa época antes de decidir especializarme. La especialización requiere mucha concentración y dedicación conque me pondré a ello en breve a ver cuál es el resultado final.
En un curso de guión de cine que hice cuando me quedé en paro una vez, no aprendí a penas nada por lo inepto del profesor. Hice, sin embargo, una amiga con la que estuve siguiendo un grupo de teatro de la facultad de periodismo, de la que ella era directora, y me lo pasé muy bien. Nos dieron en ese curso un libro titulado "El manual del guionista" de Syd Field y me lo estoy leyendo ahora. Es muy gracioso el tal Syd Field. Dice lo siguiente: "si usted no sabe cuál es el argumento de su novela, ¿quién va a saberlo?".
El autor de este libro da pistas sobre cómo escribir un guión de cine que a lo mejor también vale para una novela. Habla de la página 60 del guión como la más importante. También de las 10 primeras páginas que deben enganchar al lector/espectador. Habla del punto medio, del personaje principal, etc. Yo he ido leyendo el libro a ver si se cumplía en mi novela inacabada esa serie de premisas que Syd establecía como buenas. Algunas se cumplían. Pero yo no sé aún si mi novela es buena, entre otras cosas porque está inacabada. La acabaré o no me llamo Ismael.
El sábado pasado, tras hacer una paella que me ocupó prácticamente toda la mañana, comí esa paella junto a mi hermano e hice café dispuesto a ver la película de antena 3 que se emite tras el telediario. La película iba de una mujer que quiere arrebatar el marido a otra. La mujer es una perfecta conocedora de la red, una hacker y la mujer casada lo pasa mal antes de desenmascararla. Un argumento tan sencillo ocupa dos horas de película en la televisión y como esta película, habrá 200.000. Los líos sentimentales ocupan un montón de ideas para la televisión. El sábado de antes también la peli de antena 3 iba de un marido muy posesivo que tenía controlada a su exmujer por medio de cámaras en su casa.
El caso es que después de la peli fui a comprar tabaco y me sentí bien en esa tarde de sábado en la que no hacía excesivo frío y todo parecía dispuesto en la ciudad para agradarme. Me sentí bien y yo creía que se debía a que había pasado gran parte de la tarde viendo una buena peli. Ya me gustaría a mí crear una historia mucho mejor que las pelis de antena 3 y que esa historia fuera llevada al cine.

jueves, 9 de enero de 2014

Me han mandado en la universidad un trabajo sobre crítica literaria y yo lo estoy haciendo sobre los géneros. Habría que ver si cada novela pertenece a un género y si los géneros son como los seres vivos, que nacen, crecen y mueren. Luego habría que estudiar si los lectores son conscientes de esos géneros y si las novelas que leen las asignan a un género o no los tienen en cuenta a la hora de leer una novela. Además, existe la figura del genio creador, el maestro de la ficción que se vale de un género para hacer algo más universal que ese mismo género. ¿El género lo componen las obras, los autores, la repetición de unas características o es algo abstracto? Yo trato de decir en mi trabajo que el género alberga obras maestras que lo sobrepasan por el genio mismo de los autores que se valen de él. Habrá obras en la serie genérica que se limitan a repetir unas líneas maestras pero la obra en sí no vale mucho. El buen lector capta si la obra es buena por ese carácter genial y universal de la obra misma, aunque pertenezca a un género en concreto.
En el día, yo vivo dos ritmos distintos: por la mañana todo parece enmarañado y dificultoso quizás por la medicación que tomo por la noche que me deja la mente un poco confusa y no me deja espabilar. Por la mañana las horas pasan más despacio y tengo la obligación de hacer la comida por lo que me cuesta un poco pasarla decentemente.
Por la tarde, voy a tomar café y a charlar con un amigo y se me pasa una hora hasta las cuatro. De cuatro a seis, me paso dos horas pensando en cómo arreglar mis escritos y arreglando algunos además de leer textos que me pueden servir de modelos para mis escritos. Me desespero porque valoro poco lo que escribo, lo creo falto de la seriedad literaria que hay en otras novelas que yo leo.
Pasadas esas dos horas de estudio, me tomo otro café de premio por haber intentado al menos ser un escritor por ese espacio de tiempo y ya paseo hasta el pueblo de al lado o me doy otro paseo por la ciudad. La tarde es más libre, sin obligaciones que no sean las que yo me impongo.
Hoy me he despertado a las doce. Lo que tengo que hacer son unas patatas con bacalao que tengo a mano en la cocina. Me da vergüenza despertarme tan tarde pero una vez hecho, ¿qué remedio hay? He perdido unas horas de lectura, unas horas de luz, unas horas de fumar empedernidamente, unas horas de reflexionar sobre el hecho de la ficción literaria, unas horas de lucidez que se han pasado al arrullo de las sábanas, tibias sábanas voluptuosas.
Si me hubiera levantado a las siete de la mañana, me hubieran sobrado horas en las que no habría hecho gran cosa que no fuera fumar y aburrirme.
Así, el reloj ya me mide la hora de hacer la comida, impetuoso, y pronto me pondré a hacerla.
Hace mucho tiempo que no madrugo pues no trabajo y recuerdo aquellos madrugones para acudir al instituto de enseñanza secundaria que solía estar lejos, en Getafe o en Alcalá de Henares. Qué tiempos aquellos, qué bonitos, qué cómodo el vagón del tren que me llevaba.

miércoles, 8 de enero de 2014

He dado un paseo por Madrid, de la plaza de Lavapiés, atestada de restaurantes hindúes, a Arenal, donde he charlado con un ciclista profesional. Este hombre me ha dicho que para ser profesor hay que ser muy inteligente y tener mucha personalidad. Me ha recomendado ver "Rebelión en las aulas", película que trata el tema de la educación. Para este señor, la gramática hace que adquieras mucha dialéctica. El conocimiento del tema hace que esgrimamos grandes argumentos sobre el mismo.
Mi posición desahogada me podría dar para muchos caprichos pero mi voluntad sólo ha querido comprar un libro clásico, "Rojo y negro" de Sthendal y comer un bocadillo de calamares. Otro día seré más selecto en esto del comer y comeré alguna gollería de las que ofrecen los establecimientos de comidas.
En la plaza de Opera se estaba divinamente. No hacía frío y he estado contemplando a la gente como va. No he distinguido entre la riada humana a ningún intelectual, quizás he podido distinguir a un informático aguerrido pero nada más. Los intelectuales escaseamos. Ha pasado una chica muy guapa cuando ya me estaba quedando frío. Contemplándola mientras pasaba, he pensado en irme y me he metido en el metro. Sthendal escribe muy bien. Clarito y al grano.

martes, 7 de enero de 2014

Si el trabajo te hace prosperar como persona, bien está el trabajo pero si no, hay que buscar una afición que te guste. Hay mujeres que después del trabajo, el estar con los hijos es su mayor recompensa y les hace prosperar como personas pero con las modernidades que hay ahora con el feminismo, ni ver crecer a los propios hijos es un beneficio para una madre o un padre. Les hace falta algo más. Así que cogen a los hijos y los meten en clases de judo o natación y ellas se van a hacer cursos de fotografía o de meditación.
Ese es el camino que siguen ahora los padres. No quieren ser educadores de sus propios hijos. Por una parte está bien y por otra, mal. El hijo debe ver en el padre o madre otro profesor más que le indique qué es la vida fuera del colegio. Pero por otra, el padre o madre se puede resarcir de tantas horas en el trabajo y pasar un rato entretenido sacando fotos o meditando sobre la vida. No hay nada malo en cualquiera de estas opciones. Si el hijo deja de tener respeto por su padre o madre es que el padre o madre no representa nada para él, hecho que puede pasar por ausencia (el padre o madre nunca está) o por falta de interés del padre o madre de ser una presencia para el hijo. He exagerado la situación pero puede darse el caso de que la presencia de los padres sea nula o igual a nula por la poca vocación de padres que estos puedan tener.
A veces sentimos que nuestra vida carece de sentido, del sentido que queríamos nosotros para nuestra vida. En este mundo, todo requiere de un esfuerzo y más cuando queremos dar a nuestra vida una dirección y no otra.
Pero para saber qué sentido queremos darle a nuestra vida, primero hay que analizar, tomando papel y lápiz, en qué consiste nuestra vida. Con una hora o dos por delante, apuntando en qué consiste nuestra vida cuando nos sentimos vacíos o carentes de sentido en lo que hacemos, podemos averiguar adónde queremos ir, qué queremos hacer con nuestra vida. Sólo necesitamos un poco de reflexión.
Quizás vemos que nuestra vida debe ir enfocada a una persona en concreto, una hija, unos padres, etc o que nuestra vida necesite mayor formación intelectual para estar a gusto ya que no pudimos en otras épocas formarnos o que tengamos algún deseo artístico que nos damos cuanta que no hacemos caso como  la interpretación, la pintura, la escritura: hagámosla caso a esa pasión aunque nos cueste un esfuerzo: seremos más felices.
Veamos en nuestro interior qué necesita nuestro interior.
El que hace algo por primera vez es como un niño y necesita seguir unos modelos o una guía que le sirva de enlace con lo nuevo, con lo que va a hacer.
La vida, a veces, nos pone en tesitura de desear hacer algo que nos parece muy reconfortante o importante para nosotros pero no sabemos muy bien cómo hacerlo. A veces de lo que se trata es de un cambio de conducta que tampoco sabemos cómo llevar a cabo.
Entonces aparecen en nuestro deseo y nuestro camino hacia lo nuevo modelos a los que seguir. Los modelos pueden ser libros, personas, formas de actuación, conductas, sabidurías antiguas, filosofías, etc.
Si queremos con fuerza ese cambio y seguimos con fuerza también esos modelos, seguramente que el cambio surgirá después de hacer un esfuerzo por nuestra parte para llegar a esa meta apetecida y después lograremos ser otros más renovados, mejores y con una apreciación de nosotros mismos mejorada por haber sido capaces de hacer aquello que nos proponíamos.

sábado, 4 de enero de 2014

He llegado a la conclusión que pensar en mi familia me trae problemas y voy a dejar de pensar y de hablar de mi familia.
Simplemente, mi hermano gemelo y yo estamos como entre dos generaciones: mis hermanos mayores, a los que interesamos cada vez menos, y mis sobrinos, a los cuales hemos dejado de interesarles hace ya mucho tiempo. Estamos en medio de la nada. Los únicos que nos dan un cariño verdadero son mis padres a los que vemos casi todos los días.
Por lo tanto, va a dejar de importarme lo que hagan mis sobrinos y lo que hagan mis hermanos mayores pues la actitud de ambos es cada vez de más indiferencia hacia nuestros problemas cuando no es para decir alguna gilipollez. Hay distancia entre unos y otros y mi hermano gemelo y yo. Bastante distancia. Que hagan lo que quieran y yo haré también lo que me convenga sin dejar que haya injerencias ni preocupaciones por mi  parte en sus vidas.
Ser inconformista o ser perfeccionista entorpece un poco la vida. En mi vida de profesor, yo repasaba una y otra vez mis exámenes para que respondieran al objetivo que me había marcado para evaluar a los alumnos. Luego los resultados podrían ser regulares pero el cuidado con que yo hacía las cosas se puede decir que iba encaminado a la perfección. Había veces que para preparar una clase me tiraba toda la tarde porque yo pensaba que esa clase era esencial. Ahora no tengo muchos motivos para ser perfeccionista pues no tengo trabajo pero sí soy inconformista y deseo hacer cosas interesantes, que merezcan la pena. Eso trae consigo una tensión interna de autoexigencia que al no cumplirse, me hace sentir fracasado. Y es que estoy lejos de conseguir mi objetivo: crear una obra literaria buena. Me gustaría sentirme escritor pero no lo consigo. Y no lo consigo porque no escribo. Y así siempre. Pero hoy sábado me he sentido liberado de esa tensión de exigirme cosas mentalmente y he estado todo el día viendo la tele. No había que hacer nada especial o estar pensando constantemente en lo mismo y me he relajado. Ojalá esta sensación de ligereza se produzca con más asiduidad. Me sentiré mejor conmigo mismo.
Es una puñeta tener fija la idea en la cabeza de que debo escribir una buena novela. Es como el pescador que desea pescar un gran pez y enseñarlo a todo el mundo victorioso. Pero yo ya no llegaré lejos en la literatura. Cuando tenía 17 años mi sueño era ser como uno de los grandes escritores que aparecían en los libros de texto, grandes escritores que eran escogidos por las enseñanzas oficiales como ejemplos a imitar y ejemplos a estudiar por los escolares por su gran dominio del idioma, su imaginación, la importancia universal de los temas que trataban, etc.
Eso ya no va a ser posible aunque conozco el caso de algunos escritores que fueron famosos después de los treinta años porque escribieron precisamente una obra maestra que los colocó en la fama literaria. Por ejemplo, Juan Rulfo, que era un funcionario mexicano. Generalmente, a los treinta años un escritor ya ha escrito bastante de su producción aunque quizás no sean sus mejores obras. Yo, a mis cuarenta y tres tacos lucho por escribir mi primer obra buena o aceptable al menos. Se hará lo que se pueda y que no me falten las ganas.
No me gusta la pereza pero en mi situación, la pereza está presente porque no me marco objetivos diarios. Leo menos, escribo poco y me da rabia. Las tareas de la casa, especialmente hacer la comida, me tienen atento a las obligaciones y no tengo más remedio que ir a a la compra, cocinar, etc pero las tareas intelectuales no me motivan lo suficiente.
Es duro leer y escribir cuando es uno mismo el que se lo impone y no tiene estímulos suficientes ya que nadie de mi alrededor tiene afición a la lectura o escritura.
Desde que dejé de ser profesor ya hay muchas cosas que he olvidado pero no me quiero convertir en un abandonado de las letras porque me gustan.
Tendría que leer más, escribir más pero es difícil porque es como si estuviera en una isla yo solo.
Procuraré no perder el ritmo de lecturas y escribir más.
Por fin ayer vi algo en la televisión con sentido. Fue algo emocionante de verdad. Se llama el programa "El hermano mayor" y casi me echo a llorar al final del capítulo. La historia iba de un chico de dieciocho años al que su madre abandonó a los trece para irse a Tenerife con un ligue por chat. El hijo no se lo perdonaba. Además, el hijo se volvió machista y creía que su madre era de su propiedad. La madre calificó su vida de "mierda". Cuando los dos van recuperando la sensatez y el hijo se olvida de la violencia, es muy emotivo ver cómo ese chico es muy bueno, es noble aunque su cabeza esté llena de ideas malas. Me parece curioso que esto ocurra en Bilbao porque yo siempre he asociado el País Vasco a violencia y también me di cuenta de cómo circula la droga allí.
Lo bonito es cuando los dos se abrazan y se dicen lo que se quieren y el chico cambia y desean vivir juntos. Muy emotivo.
Ha sido mejor que una novela ver cómo se transforman madre e hijo y lloran y expresan sus emociones.

viernes, 3 de enero de 2014

Me ha dicho el horóscopo que debo decir las cosas claras y no mostrarme inseguro. Como últimamente me mostraba inseguro, quizás el horóscopo acierte. Total, que procuraré ser más seguro en lo que digo y en lo que hago.
Ya no hay amigos que te digan cómo te ven. Cada vez más hay que aguantar amigos que te digan cómo se ven ellos y tú sólo les importas en la medida que oyes sus desventuras. Es el egoísmo que hay en el aire. Nadie da consejos porque no saben o porque no está de moda meterse nadie en ningún sitio que no sea su propio yo al que besar y mimar.
Por lo tanto, hay que acudir algunas veces al horóscopo porque el nivel de amistades es pobre. La amistad se ha envilecido un poco con las cosas que pasan últimamente. Es muy difícil ser amigo de nadie en estas menguadas épocas. Todo es ruin y rastrero en las relaciones personales últimamente. Todo el mundo se pica como los ajos y el personal está inaguantable. Que los den por culo a todos. Voy a coger un libro que no falla nunca y a la gente que se la lleve la corriente.

jueves, 2 de enero de 2014

Mientras la lluvia cae como tonta y la gente la recoge en sus paraguas o en sus cabezas, la vida va pasando con su carga, también tonta, de cosas que hacer.
La tonada de Bob Dylan, con su voz quejosa de cantautor cansino pega bien en este día bobo y con ataduras.
Han pasado estas fiestas sin que nadie las quisiera más que unos cuantos que se han emborrachado a medianoche, otros que han comido como si tuvieran hambre y otros que han bailado inconscientes de la penuria que trae el no poder.
Los demás hemos estado esperando a que dieran las campanadas, a que se acabara el cordero, a que dejáramos de conversar absurdamente con el cuñado de enfrente, a que se acabara la Navidad sin dinero ni regalos y que volviera el día a a día, este tonto y cazurro día a día que es más tranquilo que las uvas y el champán detestado. Y así, me he levantado y he ido a la compra.