jueves, 23 de enero de 2014

Me gusta leer biografías de escritores y pintores. Generalmente, todos los artistas suelen viajar bastante, requeridos de su arte; primero, para formarse y después por circunstancias de sus vidas o por el azar. Raro es el escritor que vive y muere en un mismo lugar, aunque también los hay. Pienso que la visión de paisajes nuevos debe influir en la manera de describir y de contar las cosas.
Además, también influye en la escritura nuevos modos de vida, nuevas lenguas, nuevas ciudades, la aproximación al mar, etc.
Delibes dijo en sus últimos días que Valladolid es un inmenso aparcamiento y Madrid, otro aparcamiento mucho más grande incluso. Tener una visión así de estas dos ciudades, además de que es bastante certera a mi modo de ver (ya nadie puede aparcar en Madrid) y la verdad es que las ciudades se hacen para los coches más que para el peatón, dificulta su disfrute. Las ciudades se han vuelto centros donde la incomunicación cada vez es más habitual y la desconfianza entre ciudadanos gana terreno. Es hoy más difícil conocer un lugar por esa forma de entendernos tan mala que tenemos todos. Por lo tanto, los escritores ya no podrán conocer con tanta facilidad el mundo que les rodea o aquel lugar que visiten.

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