miércoles, 30 de noviembre de 2016

Me he leído este mes de noviembre "La reina del sur" de Arturo Pérez Reverte y ahora me estoy leyendo "Alta fidelidad" de Nick Hornby. No tienen nada que ver. A mí me ha gustado la recreación que hace Reverte de la zona del Estrecho y el lenguaje que usaba la mejicana Teresa Mendoza. La historia está bien pero harta un poco que la novela esté constantemente centrada en la reina.
"Alta fidelidad" me ha gustado mucho. Las reflexiones que hace el protagonista, Rob, son muy buenas. Es un hombre de treinta y cinco años que pasa por una crisis al dejarle Laura, su novia.
Los diálogos son divertidos a veces y también las conclusiones que va sacando el yo narrador.
A la mejicana se le unirá siempre el sabor de los boquerones fritos y a "Alta fidelidad" el sabor de una sopa de pescado y la vuelta que di con Eva el sábado por la noche por Madrid.
La serenidad de espíritu es algo loable a lo que hay que tender. Si eso lo proporciona la buena literatura, mejor.
La vida, a veces, nos da sorpresas de gente que esperábamos otra forma de manifestarse y si son sorpresas agradables, te dejan un regusto amable y bonito.
El perdón tiene la figura de una carga que se arroja y el camino pasa a ser más llevadero.

Vive entre la gente y verás de todo.

martes, 29 de noviembre de 2016

Cuando todo va rodado solo hay que esperar a que descarrile. Pero si se ha alcanzado un cierto nivel de reposo de tu mente, parece que ya no vas a volver a las andadas y vas a seguir avanzando. La confianza en un mismo hace que hagas cosas que nunca soñaste o que te mantengas en una paz de espíritu que dure por un gran tiempo.
Ha estado lloviendo estos días de atrás, el cielo estaba encapotado y fluía una lluvia fina y constante que maceraba las aceras hasta volverlas resbaladizas y brillantes.
Hoy voy a ir al "tu decides" a charlar un rato con amigos. Lo paso bien, son gente con un problema común que quiere pasar el rato de la mejor forma posible.
Viene una semana de puentes que durará al menos siete días. La gente de Majadahonda irá a las pistas de nieve y yo me quedaré aquí pasando el tiempo lo mejor que pueda.
Madrid espera, grande como un felino de la sabana, a que me trague y me disuelva por sus calles enormes de edificios antiguos y tradicionales.
Las tardes escribo lo que puedo sobre mi novela. El personaje debe asombrar con la moderación de los tiempos que llevamos, tiempos en los que no hay aventura posible, atados como estamos a un domicilio y un lugar.

Si todo va bien, espera.

miércoles, 23 de noviembre de 2016

Archivadas varias causas que tenía pendientes en lo hondo de mi cerebelo, saco como veredicto que una persona a la que quiero se ha convertido en esfinge: o sea, una figura que no se sabe muy bien qué es. De todos modos, yo seguiré como si nada, a ver si esa esfinge se traduce en cara limpia y rosada para mejor apreciación.
Me cuenta un amigo que lleva cuatrocientas páginas de una novela. Y yo me ando con apreciaciones torpes sobre la mía no dándole el impulso que debería. Mañana me planteo escribir a destajo hasta tener veinte folios escritos de la historia.
Hoy no me he levantado a la hora pero he hecho mi ejercicio del día. Esto es, ir hasta la otra ciudad lindante con la mía y volver.
La felicidad es esa cosa que siente uno y no se da ni cuenta y es esa cosa que desean los infelices sin alcanzar nunca. Por tanto, daremos la felicidad por inexistente y dejaremos de preguntar por ella y desearla ya que cuando uno es feliz, ni se da cuenta de ello por el estado de gilipollez de que va acompañada y el que la desea se harta a desearla y nunca la tiene.
Deseemos no hacer el mal a nadie, andar mirando el dinero pues nunca fuimos ricos y tratar de acostarnos con al vientre lleno para no dar muchas vueltas en la cama y nos deberíamos dar con un canto en los dientes si conseguimos esas tres cosas que no es poco según andan las cosas en las repúblicas del mundo.

Si no te sientes bien, mira el minutero con paciencia.

martes, 22 de noviembre de 2016

Por las mañanas iba yo a ver a un vendedor de la Once que es muy cachondo. Ya se ha jubilado y vive en Lucero, el mejor barrio del mundo entero. Hubo mañanas que las risas echadas con ese hombre no tenían precio. Yo le solía hablar de mis neuras y él solía definirlo como "enmogollonamiento"; o sea, que yo me enmogollonaba con facilidad. Hace unos días, yo estaba enmogollonado y me he desenmogollonado en estos días. Parece que con mi enfermedad o mi carácter, no sé, primero he de estar mal para luego estar bien. Primero tengo que mascar mucha hiel para que luego paladee alegremente un poco de almíbar. Es así. estoy medio depre y a disgusto con todo y luego se me pasa y me pongo contento y la vida me parece ya un poco más paradisiaca o por lo menos lo suficientemente paradisiaca para no estar maldiciendo lo que hay en ella.

Y así voy. Estos días no me molestan los niños caprichosos y gritones ni los de derechas ni los de izquierdas, ni las mujeres que van de feministas ni los van de machistas. Pongo toda mi ilusión en vivir la vida y la vida fluye de puta madre. Toda la gente es moving, me da la sensación, y yo también voy moving por el mundo sin preocupaciones ni rabietas. El primero que lo agradece soy yo pues parece que voy más ligero de todo y la cabeza menos cargada de manías y obsesiones que me aturden durante el periodo de la hiel.
Espero disfrutar de estos momentos y espero que duren mucho porque así soy feliz sin darme cuenta.

Cuando todo va bien, no vemos la tristeza.

domingo, 20 de noviembre de 2016

Van terminando las semanas, siempre van terminando las semanas. De repente es domingo otra vez. Se me puede acusar de que escribo demasiado sobre el paso del tiempo. Es el tiempo el que pasa. Yo solo lo escribo. Hoy he estado a Madrid, ya de noche. Se ven caras de gente que afecta un aire mundano y sospechosamente seguras de sí mismas. Se ven caras tranquilas porque hoy era domingo. A la tenue luz de las calles se ven rostros que sujetan la alegría, que la someten a un triste baile: no podemos ser felices del todo, no podemos andar desnudos por la ciudad ni follar con ese o esa chica que nos gusta por la forma de caminar.
Solo que me fijo en la gente. Su indumentaria refleja un aire libre en algunos, una forma de aparentar en otros, un desaire a la posibilidad de ser mirado en los demás.
A mí me gusta ir a Madrid: veo caras, oigo conversaciones al aire, huelo el olor rancio del metro, mastico las penas de los otros.
E iba yo acompañado de una amiga, una amiga que hace mohines divertidos, que tuerce la boca en mil direcciones como un personaje que leí hace mucho tiempo. Esa amiga huele como huele Madrid, a gente, a comida digerida, a lluvia sucia.
Y luego voy en el autobús contando a mi amiga la historia de un escritor que era jardinero mal pagado; luego le digo que Cervantes escribió "La gitanilla" y luego miro por la ventanilla cómo llueve, cómo lucen los coches, como negrea el asfalto de la carretera. Y luego llego a mi casa y es domingo.

lunes, 14 de noviembre de 2016

Este es el orden climático que reina en el centro de la península ibérica: llueve un día torrencialmente y se tira luego tres meses sin hacerlo otra vez.
Después de una semana tensa por distintos factores parece que viene una semana tranquila.
Así el Lazarillo que, de pasar hambre con el ciego, pasa hambre con el hidalgo. Son distintas hambres. Una más sencilla y real. Otra más sofisticada. Hambre es al cabo. Yo no me libro de mis tormentos, sean estos producidos por una persona o por otra.
En una novela leída recientemente llamada Lucky Jim, el protagonista, Jim, tiene que aguantar a un montón de gente desagradable para poder irse en paz con una mujer muy agradable.
Jim dice: "yo pierdo el tiempo con ellos y ellos pierden el tiempo conmigo".
Así suelen ser las relaciones humanas: una pérdida de tiempo absurdo, pudiendo estar pisando las aceras de París o de Bagdag.
Y no cogemos nunca ese autobús o tren que nos podría alejar mentalmente y físicamente de todo los que nos ata estúpidamente.
Solo es cuestión de coger más autobuses o más trenes hasta que alcancemos la meta: la soledad tranquila en otro lugar.
Pero no suele haber cojones para eso así que nos rodeamos de la gente cercana de siempre.
La familia y los amigos, ah, la familia y los amigos.

martes, 8 de noviembre de 2016

Decía el parte metereológico que iba a llover con profusión durante días. Ha llovido solo un día, el sábado, a jarras durante el mediodía pero el domingo ya estaban claros los cielos.
Que no llueva me permite ir andando y regresar de Las Rozas, actividad que despeja mi mente y me viene bien para el cuerpo.

Pero yo quiero que llueva. Quiero que llueva porque no lo ha hecho en todo el año y eso es malo.
Si tuviera que ir a Las Rozas con paraguas iría pero quiero que llueva.
Yo antes me quejaba del "tú decides", llegó un momento que no me gustó.
Pero ahora me vuelve a gustar e iré a la reunión hoy ya que es en Las Rozas y coincide con mi paseo.
Los enfermos mentales cogemos "manía" a las cosas o por lo menos yo: yo cojo manía a muchas cosas y me como el coco con ellas. Sin embargo, no hago daño a esas cosas o personas a las que cojo manía. Yo solo sufro y yo solo lo paso mal por coger manía a las cosas y a las gentes.
Luego, todo vuelve a la normalidad, cuando se va la manía.
Espero no coger manía al blog porque dejaría de escribir.
Si odias a alguien sin razón, tú eres la razón.

domingo, 6 de noviembre de 2016

Cuando uno está instalado en la duda, se ven ciertas desventajas pues no crees en nada que funcione. Ni siquiera funcionan las creencias en los demás y eso crea una ansiedad grande porque temes confiar en cualquiera. Eso pasa cuando crees que una persona es buena pero luego te da su cara más amarga.
Yo conozco seres que no se apean de una creencia firme en cualquier asunto o persona de la que dependen, sea este asunto la política, su trabajo o sea esa persona su mujer o un amigo.
Conozco gente que lleva toda la vida sacando dieces en todo pero no se enteran de la película que pasa a su alrededor.
Conozco otras personas que creen firmemente en otra persona amada y en una ideología mostrenca. Tampoco se enteran de lo que pasa a su alrededor.
Sin embargo, si estás en la duda, un día eres partidario de una ideología; otro día te traiciona el ser más querido; otro día te das cuenta de un mentira vital. En fin: llega el descreimiento a tu vida porque no puedes poner la fe en nadie ni en nada. Eso es la duda.
Y con la duda, se crece; en las creencias firmes, se queda uno como mirando siempre por el mismo agujero, desde el mismo balcón.
A la duda, le asiste la verdad y no las mentiras en que creer para que todo vaya como uno quiere. A la duda no se le puede mentir porque siempre, la duda pondrá un ojo muy grande al error. Desde las firmes creencias se cuelan mentiras, trágalas muy fuertes que uno consiente para que el sistema en que se cree no se derrumbe.
La duda es vulnerable, la creencia firme impone en los demás creencias firmes pero yo prefiero la duda, con ella se crece y se sabe qué es la vida y qué es la mentira.
Ante la duda, cree en ti mismo.

jueves, 3 de noviembre de 2016

Acabo de escribir unas poesías. Las poesías que yo escribo no son de corazones, amores y la luz de la luna.
Mis poesías son del día a día, de lo que siento cuando me levanto, cuando ando por el mundo vil y cuando me acuesto.
No sé todavía si la vida merece ser contada pero yo la cuento.
Una poesía mía puede empezar así:

Ya las horas avanzan enormes y lúcidas por los ladrillos cansados de la ciudad.

Y luego puede continuar alegremente o tristemente. Ya se ve que mi poesía no vale un pimiento. Solo vale lo que me distrae escribirla.

Luego, también escribo novelas. Una novela mía puede empezar así:
La ciudad escondía en su seno algo muy preciado para Matías Pérez.
Y luego continuar y continuar hasta que se resuelva el conflicto.
Pero tampoco son buenas. Sirven solo para pasar el rato, como las poesías. Se lo dejo leer a una amiga y dice que está bien, que no se ha aburrido. Con eso vale.
Y todo lo que escribo es para hacerme una idea de lo aburrido que es el mundo, real o imaginado y ya está. Ya he escrito mi trocito de blog.

miércoles, 2 de noviembre de 2016

Ayer estuve con el "tú decides" a ver el circo. El "tú decides" es un grupo de amigos con un elemento común: somos enfermos mentales. Yo dejé el grupo pues tuve una crisis sentimental unida a otra llamémosla personal. Pero he vuelto con ellos. Yo no estoy para desperdiciar amigos ni criticar a los que tengo. En esta vida hay que sumar y no restar porque si no, te quedas solo.
Hablé con una amiga de educación. La educación de hoy en día está obsoleta. No responde a la realidad social que vivimos.
La educación girará un giro copernicano estos próximos años para adaptarse a los tiempos modernos.
Las inteligencias matemáticas y lingüísticas darán paso a otras inteligencias que cultivar en los alumnos. Quizá la memoria ya no estará llena de datos si no que habrá otra manera de extraer el potencial de los alumnos.
No sé cómo será la educación futura pero seguro que España se apuntará tarde a esa educación por la miopía de unos políticos torpes. Eso siempre es así en España.
A los españoles, en general, los libros se nos caen de las manos.
En fin. Voy a contar la jornada de ayer en resumidas líneas. El relaciones públicas del circo había estudiado con la mujer del que lleva el "tú decides". De su mano, vimos los animales y luego entramos al espectáculo. Fue curioso pero el número de los payasos fue un tanto pobre. Yo ansiaba ver payasos haciendo reír y solo salieron dos. Pero el espectáculo fue muy vistoso y llamativo. Nos lo pasamos muy bien. El circo aun mantiene su esplendor.

Tu amigo puede ser tonto, pero es tu amigo.