lunes, 26 de enero de 2015

Yo recuerdo mucho las lecturas de Delibes. El personaje creado en "Las ratas", llamado el Nini, se me metió muy adentro del corazón. Era el típico chico de pueblo muy familiarizado con la naturaleza y los personajes rurales. Me gustó mucho la lectura de "El camino". Leí "Cinco horas con Mario" que tiene ya una temática urbana y me dio pena del matrimonio que retrata tan bien allí el autor. Leí también "Las guerras de nuestros antepasados" pero la vi algo artificial. Todo el mundo ha visto la película de "Los santos inocentes" que guarda un parecido prodigioso con el libro. Pero tengo que poner una pega a ese libro y es que al personaje Paco "el bajo", Delibes le hace rastrear como a un perro y eso no hay quién se lo crea. En el libro pone que se le veían los sesos por los agujeros de la nariz y eso tampoco es creíble. Me he leído también "El mundo que agoniza", de un pesimismo tremendo, sobre los males medioambientales y me gustaría leer "Siestas con viento sur" pero no lo encuentro o tampoco lo busco. Si quieres vivir en un pueblo, se sabrá todo lo que haces.
A mí me gusta mucho Pérez Galdós. Hay qué ver cómo dominaba el idioma, cómo ponía el adjetivo correcto, cómo hacía la descripción adecuada, cómo retrataba al personaje llevándonos de la mano en todas sus andanzas como lectores. Me gustaría leer "El doctor Centeno", obra suya que empecé a leer y la dejé por otra.
Pero Galdós es muy bueno y muy cristiano en la concepción de sus novelas. En "Misericordia" hace de una mendiga, Benina, toda una heroína y una santa. Vi "El abuelo" en película, muy buena también. La filosofía de Galdós se puede resumir a muy grandes rasgos en un cristianismo sin iglesia. El creía que los evangelios, sus enseñanzas, sacarían del atraso a España. Creía que una clase media fuerte en España es la que la sacaría adelante, por eso pintó los vicios y virtudes de esa clase social, hasta que el escritor canario empezó a escribir una serie de novelas basadas en los evangelios como "Nazarín" o "Realidad". Tenía una idea, tenía una habilidad y tenía la obsesión de cambiar la sociedad que le tocó vivir. Si quieres cambiar el mundo, ten un ideal profundo.
El otro día le dije a mi hermano que el ser humano siempre está preocupado por el futuro y que el futuro genera miedos y dudas en todo el mundo. Paco, mi hermano me contestó que Dios da de comer a los pajaritos todos los días y que él solo se preocupa de vivir el día. Yo veo que mi hermano vive la vida tranquilo, más que yo y con menos ambiciones y preocupaciones. Dice Paco que eso le viene de las enseñanzas cristianas y romanas, de gente como los evangelistas o Séneca, que decía: "carpe diem". Pero el futuro está ahí, amenazante porque no lo conocemos y así, crea temores. Yo no hablaba de algo concreto sino del futuro en general, esa masa de días que nos espera tras que pase simplemente hoy y que no sabemos discernir que traen. Aunque lo más lógico es vivir el presente, pues es lo que tenemos. Lo malo es negar que exista un futuro, como hace mi hermano pero bien que piensa en él cuando llega la ocasión y dice: "a lo mejor me voy a vivir al pueblo de mayor" o "no sé si aguantaré mucho en el taxi". Lo mejor es disfrutar todo lo que se pueda del presente, exprimirlo bien pero pensando que nos haremos viejos y de viejo, no puede uno ni con el pellejo.

domingo, 25 de enero de 2015

Vivimos de una manera tal que siempre hay que pedir más a la vida, como si lo que tengamos no fuera nunca suficiente. Yo no voy a ser como ese ricachón que ha estado en Davos y que lleva una vida de lujo total y que ha dicho que la clase media se ha de conformar con mucho menos de lo que tiene. Para hablar de algo, primero hay que dar ejemplo de eso que se pide a los demás porque si no, te caen todas las reprimendas. No voy yo a decir qué es lo que tengo y qué recomendaría a los demás, solo digo que creo que vivo con lo indispensable y voy a todos los sitios andando menos a El Escorial precisamente y si no, en autobús. Hay un soneto de Quevedo que se titula cómo tener siempre dinero o algo así y hay un verso que dice: " ni sorbo ancho ni calzo estrecho" y otro: "toda charla escucho". Se supone que si somos previsores y no queremos "fardar", nuestra ropa no irá a la moda pero nos saldrá barata. Si pasamos el rato con pasatiempos ligeros (charla), no nos gastaremos mucho y si no nos atamos a modas caras, a armarios roperos inmensos y a restaurantes caros, nos durará más el dinero. Para disfrutar no hace falta mucho dinero pero sí una buena compañía.
Vengo hoy domingo de El Escorial con Eva. Hacía un frío que espantaba pero nos hemos dado nuestro paseo dominical. Hemos hablado de temas desagradables y hemos hecho el pacto de callarnos hasta que hemos llegado al café Miranda y allí por fin ha llegado el buen humor comentando las noticias del periódico. Ayer sábado íbamos a ir a Horcajo de la Sierra, que está en la carretera de Burgos pero nos hemos rajado.
Eva no para de hablar de su trabajo y yo de mi aburrimiento. Me aburre la vida, me aburren las horas blancas y lentas como mariposas blancas y lentas. A Eva le exaspera su jefa y sus compañeras de trabajo. A cada uno, su castigo. Como decía el camarero de mi pueblo, que estaba a la puerta del bar, pendiente de la parroquia: "un castigo como otro cualquiera". Parece que vivimos castigados por ser meramente seres humanos que no nos organizamos bien. Existe el trabajo, existe el placer pero no existe algo que nos tenga tranquilos sin mover sentimientos agrios. Deberíamos los seres humanos vivir con toda la tranquilidad del mundo pero no podemos. Estamos castigados. Si tienes que trabajar, hazlo con alegría para que dure menos

miércoles, 21 de enero de 2015

En estos fríos invernales en los que la poesía se mete en el trastero y no sale porque el sol que es su amigo ha claudicado, ha cedido su poder a las nubes, la nieve y el viento, no se me ocurre nada. Nada parece ocurrírseme después de escribir de política y de novelas. Llevo encerrado en casa toda la tarde. He hecho conejo al ajillo y una tortilla para pasar la tarde amenamente. También he escrito un poco la novela para que no se queje del abandono de su autor. Tiene que aparecer la heroína, esa chica tremenda que lo pondrá todo patas arriba. El mundo da muchas vueltas pero ninguna la da para mí. El mundo para mí no es redondo sino que va en una continua línea recta aburridísima. Eso es el mundo para mí. Es como un círculo que se repite. Es como un donut mañanero en la tienda de los chinos: siempre está ahí. Es como un niño que va siempre a la escuela y nunca hace novillos: nunca sabe qué ocurre fuera del colegio. Qué aburrimiento. Dos y dos son cuatro eternamente. El mundo para mí son matemáticas.

martes, 20 de enero de 2015

Ayer fue el día más triste del año con fórmula matemática y todo. El día más alegre es el tercer viernes de junio. Dicen que es un camelo este cálculo para vender cosas. ¿Y qué hay en este mundo que no sea para vender? La verdadera amistad y el amor que tengas por las personas es lo único que no se vende y aún así hay amigos y parejas que se venden unos a otros o están por el interés más burdo. En fin. También he leído que hay una neozelandesa que ha ganado un premio literario por una novela de 800 páginas. Cualquiera se lee semejante tocho. Por otro lado, llevo comiendo mal dos días porque cocino mal. Este frío deja entumecidas la imaginación y el arte de hacer las cosas. Mañana probaré con un conejo al ajillo a ver qué tal. Ahora voy a comprarlo. Este tiempo frío arruga el ceño de la gente y cambia el carácter de cualquiera, volviéndolo acre como el vinagre. Qué asco de invierno. Lo bueno es que queda del mismo mes y medio a lo sumo, a ver cómo viene febrero el loco y los veinte días de marzo que pueden ser fríos. Lo demás será otro cantar, supongo.
Decía mi hermano Paco el otro día que no es lo mismo contar que narrar. Decía que contar lo puede hacer cualquiera, que no tiene mérito alguno, digamos. Sin embargo, para él, narrar es como encandilar con lo que se cuenta o así lo entendí yo. Gabriel García Márquez decía que sus escritos tenían que tener un poder hipnótico revelado en la lectura de sus novelas. Yo he probado a abrir una novela de Márquez por la mitad y leer y ver que sí, algo de poder hipnótico tiene la cosa de la escritura marqueciana. Pero lo que cuenta Márquez está alejado, muy alejado de mi experiencia vital y el contenido no va con la expresión del mismo. No interesan cosas decimonónicas de unos personajes llamémoslos antiguos. Tan importante es cómo se narra, hipnóticamente, digamos, como lo que se narra, que también tiene que interesar. Macondo no interesa, el estilo de Márquez, sí. Márquez narra muy bien. Lo que narra ya está desfasado y obsoleto. Narremos cosas interesantes y narrémoslas bien narradas, esa es la clave.
El otro día mi hermano Paco y yo oímos una entrevista a Benjamín Prado por la radio. Novelista, poeta y articulista de El País. Entonces empezamos a hablar de literatura y de mi novela, "La africana". Decía Paco que mi novela tiene moldes decimonónicos, o sea, del siglo XIX. Y yo le decía: pero tiene lógica. Mi hermano decía que en la actualidad se lleva el absurdo porque la vida moderna es absurda y que yo tenía que escribir para gente que se podría comprar un libro; o sea, gente cincuentona. A esa gente mi hermano la llamaba target. Yo le dije a mi hermano que leí una novela de Benjamín Prado y no era absurda, era ilógica, que es distinto. Si el libro ese que leí era una novela, yo soy obispo de Pamplona. Y luego le dije que yo hice una prueba. Fui a una biblioteca y cogí cuatro novelas de Millás. No había quien las aguantara. Unos bodrios auténticos. Que si ese era el absurdo de hoy en día, yo me quedo con mis novelas decimonónicas que tienen su sentido. Y que aquí, mientras tengas un nombre, todo se vende, hasta el absurdo ilógico de las novelas de estos novelistas.
A finales de verano quedé con una señora a la que conocí por medio de una asociación llamada "tú decides" que trabaja con enfermos mentales como yo. Hace una labor muy recomendable para un enfermo mental. A mí me ha servido quizá para no quedarme colgado algunos días en que la tristeza me llenaba. Esta señora me dio muy buenos consejos cuando yo me quedé de baja y no sabía a quién acudir. Además a esta señora le gusta mucho la literatura y hablamos de libros. Ella dice que es socialista. A mí eso me da igual. Es una gran persona antes que socialista para mí. La edad nos separa mucho. El caso es que yo le dije que iba a votar al PP y casi me tengo que justificar por votar al PP. Le tuve que dar un montón de explicaciones porque se escandalizó mucho al saberlo. Bueno. Eso quiere decir que nuestra democracia es imperfecta. Porque la democracia precisamente es para que uno vote a quien le salga de las narices y no tenga que justificarse de nada. Desde luego, yo a Pedro Sánchez no le voto porque no me transmite ninguna confianza y a Podemos, menos. Así que voto al PP. Porque me da la gana, porque para eso estoy en democracia, qué leches.
Las situaciones políticas vienen dadas en un grado muy grande por las situaciones económicas. Estos socialistas de ahora que acusan al gobierno del paro, olvidan que con el gobierno de Zapatero ya se llegó a los cuatro millones de parados; es más, se seguía endeudando a la nación a pesar de que estábamos en crisis. Lo mismo era esperar a que Elena Salgado viniera de Bruselas a lo que dice Guindos. Si los "brotes verdes" fueron una ilusión estúpida, una ocurrencia, parece que este señor sabe lo que dice. Yo le doy más credibilidad. Así con prácticamente todos los ministros del anterior gobierno socialista, que no había por dónde cogerlos. Lo de "miembra" ya me tocó en lo más íntimo de mi coraje porque veía  que la gente se perdía en gilipolleces mientras la nación estaba casi en bancarrota. Lo mismo lo de la velocidad de 130 por hora y el plan E y otras incongruencias que tuvimos que soportar mientras el Estado sólo tenía deudas y deudas y deudas para pagar la absurda megalomanía de Zp. Porque yo creo que Zp era un megalómano y malo. Entonces ganó Rajoy porque muchos socialistas cambiaron su voto; si no, no alcanza mayoría absoluta. Y ahora se quejan de la mayoría de Rajoy, cuando le votaron en su día. Qué cinismo. Qué hipocresía. Pero yo creo que estos rasgos son típicos de la izquierda española, de los socialistas. El puto cinismo que tienen. En fin, que los den por culo a unos y a otros. Yo votaré según mi interés personal porque para mí la ideología está más que muerta y ni hay marxismo, ni hay socialismo ni hay nada. Debe haber una gestión buena de lo público y los socialistas no saben todavía hacerla.
Mi situación de jubilado me hace depender del Estado y el Estado español está en entredicho sobre todo si gana Podemos, ese partido político populista que quiere cambiar el país de arriba a abajo y hacer de Robin Hood: robar a los ricos para dárselo a los pobres o algo así. Hay pobres que lo son por la mala suerte y hay pobres que han estado viviendo como Dios hasta que se han hecho pobres. A estos últimos yo no daría ni una puta perra. Pero sigamos con lo de mi pensión. Si yo no me gano unas oposiciones ahora estaría trabajando como otro cualquiera y dependería de mí mismo, no del Estado. Pero he ganado unas oposiciones y eso te da derechos que yo estoy disfrutando, les guste o no les guste a quien sea. Pero esos derechos dependen del Estado. Eso hace que yo me sienta frágil, que no me guste mi situación del todo porque la veo precaria. Nadie tendría piedad de mí ni de mi dinero si opina que soy un privilegiado. Y a lo mejor yo soy un privilegiado a ojos de Podemos, que quiere ayudar a los pobres de este país, como hizo Chaves con el petróleo de Venezuela. Aquí no hay petróleo, así que lo que habrá será un reparto. Podemos vende el humo del marxismo trasnochado y muchos le van a votar pero va a salir rana la jugada.
El hecho de asistir a una junta de vecinos me ha alterado la tranquilidad que yo tenía. La instalación de un ascensor en la comunidad ha encendido los más bajos instintos de algunos vecinos que no hablan sino ladran de manera histérica en esas juntas. Eso me ha dado pie, después de comentar con  mi hermano esa forma de conducirse de los vecinos, a pensar mal de la gente y me ha venido al recuerdo otras gentes asquerosas que tuve que tratar para mal. Mi hermano, en vez de calmarme, me alteró más contándome anécdotas del puto taxi y de gentuza variopinta. A mí me trató de pardillo y de que no conocía cómo iba la gente, lo mala que es y luego se colgó varias medallitas porque él sí que sabe. El caso es que lo del ascensor valdría para hacer una película de Berlanga o de Álex de la Iglesia, con asesinato incluido. En este capítulo, todos son malos y todos se llevan mal: los que instalan el ascensor, los vecinos entre ellos. Es una pena que algo que es bueno para todos, aunque funcione mal por ahora, haya creado tantas divisiones. Por eso yo no me fío ni de mi padre: toda la gente es mala.
Si en la vida no hay riesgo, sólo un triste pasar, no hay emoción alguna en los días que suceden inermes como un juguete que no se usa. La vida debe ser lucha, no una lucha por la supervivencia, que eso es muy triste, pero sí una lucha por los objetivos que nos marquemos. A veces, el objetivo se cumple tras días y días de obligado cumplimiento de un deber que desemboca en el fin que nos hemos marcado. Otras veces, las menos, es como un salto que se da para cambiar totalmente el registro que marcaba nuestro ritmo vital. Puede ser un viaje apasionante o algo que cambie radicalmente nuestras vidas en un tour de force definitivo. Puede ser también el enamoramiento, que trueca tantas cosas. Puede ser cualquier cosa que haga que nosotros ya no seamos los mismos. Cuando tengamos que ser los mismos, no haya cambio a la vista, más vale fijarse en pequeños objetivos que podamos cumplir y felicitarnos por haberlos cumplido y consagrarnos en algo. Ser aquel hombre que de ser naúfrago en el mar, consigue ser naúfrago en tierra. Algo es algo. Las necesidades son las mismas pero podemos mirarlas de otra manera.

sábado, 17 de enero de 2015

Esto de escribir es como un trabajo. A veces está uno inspirado y metido en faena y se te pasan las horas de escritura volando y le has hecho pasar al personaje más aventuras que en todos los días de la semana. Es como ser taxista. Unos días se coge el volante y no se tienen ganas de conducir y todo va como a remolque y de mala manera. Otros días, uno ve el trabajo como con alegría y se va charlando con el cliente y se pasan las horas divinamente y dando las curvas que es un primor. Lo mismo con los albañiles, ingenieros y los curas. Pues el escritor, igual. Hay veces que la historia no va, no sale lo que uno pretendía para el personaje y lo que sale es deslucido y triste y rebaja al personaje a niveles de fotonovela y las palabras no tienen el relumbrón que precisa una novela que quiere ser éxito de ventas o aupar a su autor al púlpito de Estocolmo.
Puribus rebus, lo que hay que hacer es intentar serenarse y aguardar a mejor ocasión, no vaya a ser que se desfigure tanto la historia y el personaje que no haya ya quien los conozca. Espero que esta semana me vaya mejor y algo haga que me catapulte de esta situación pasota en la que estoy y me ponga a crear lo que sea y no me canse de mis creaciones. Si pierdes la fe, la encontrarás en otro momento.
Como las cosas han cogido este cariz de no hacer nada que no sean prácticas domésticas como la comida, la limpieza y cosas del estilo, el sillón de la Academia está frío esperándome, el púlpito de Estocolmo donde debo yo dar el discurso para recibir el Nobel también está deshabitado y ausente. Las librerías esperan con ansia uno de mis ejemplares para regocijo de los posibles lectores que nunca voy a tener. Yo digo que a ver si a la semana que viene me pilla un torbellino creador y en cuestión de horas preparo yo una de romanos u otra de la construcción de la catedral de Burgos o cosa así, que no hubiera otra cosa que hacer que leerla y recomendarla a la vecina. Pero no. Ando yo liado con una historia que se va prolongando, prolongando y que no termino nunca porque no sé qué hacer con el protagonista principal, no digamos los secundarios, que los voy a matar porque no me dan más que tabarra y no sé qué hacer con ellos. En fin, veré de rematar esta historia a ver si me sale otra más risueña, más de moda, que venda más, que me entretenga y se lea. Cuando todo es mohína, no sale cosa fina.
La que quiera vestir de celeste, que le cueste, como dice la sudamericana camarera del bar de abajo. Yo, que pretendo salir en los libros de texto de literatura junto a Antonio Machado, Unamuno o por lo menos junto a Baroja, lo llevo claro. Porque ni tengo estilo ni tengo ingenio ni para salir en el tebeo. Voy haciendo mis cosas, como los niños chicos y poco a poco, quizás, si renuncio a esta vida de jubilado acomodado en la ociosidad, llegaré a buen cabo y me harán caso las editoriales y publicarán un libro mío que sea ejemplo literario de posteriores escritores y se tomará como ejemplo de estilo y discreción narrativa. Mis historias no tendrán rival. Yo soy tu artista preferido y tal y tal. Pero no. Yo no pasaré a la historia de la narración, ni siquiera de la historia de juntar palabras una tras otra como el que juega a las canicas por mucho que me empeñe. Uno ha de nacer con unas cualidades digamos innatas, que hagan que lo que se escriba sea de mérito. Yo no soy un Verne ni un Salgari. Soy un Ismael, ese que va por la calle pensando en qué hacer de comer, no en aventuras extraterrestres. Así que así no hay historia que resista la lectura del más pobre de los lectores.
Quizás todo lo que yo pretendo sea una quimera ilusoria, como todas las quimeras. No soy yo un quijote que vea gigantes donde hay molinos. Mi imaginación es muy pobre y así lo atestigua la pobreza de mis invenciones. No hablo yo de piratas, de zombis, de amantes sibilinos, de romanos gladiadores ni de catedrales que se construyen sino de una monja y de una prostituta. Ya ves, menuda ruina de personajes. Así no se va a ningún sitio más o menos literario. Espero que con los personajes que voy creando suba un poco el nivel social de mi novela para dar un ejemplo de conducta al lector que dirá, si ha leído mis novelas anteriores: este escritor se fija en lo peorcito de la sociedad.
Bueno. Yo no seré como el quijote que iba figurándose la vida según le convenía, de acuerdo con las novelas de caballerías que leyó. Yo leí a Madame Bovary con devoción y no veo más que mujeres perdidas por el mundo. Qué se le va a hacer. El que no sabe, tiene que aprender y yo estoy intentando dar en el clavo pero doy en la herradura, un perdón.
Llevo una semana en que no se me ocurre nada ni me ocurre nada. Llevo la vida fácil del jubilado, que es lo que soy. Anteriormente, tenía cierta inquietud por manifestar ideas o invenciones llamémoslas literarias o confidenciales. Pero al no ocurrirme nada, ni exteriormente ni interiormente, tampoco sale nada de mi cabeza.
Bueno, esperemos a los tiempos en que yo me encuentre aburrido, nervioso, en la zozobra del existir para que algo surja de mi mente creadora. Porque vivo muy bien así, con los días más planos que la mente de una vaca pero el trabajo que me queda por hacer se queda ahí, sin hacer y mi novela no va y el blog tampoco va y yo tampoco voy así que me quedo sentado viendo pasar el tiempo como la Puerta de Alcalá. Y no me gusta. Yo tengo que justificar de algún modo tanto tiempo libre y hacer algo útil aunque no sé si alguien consideraría útil escribir. Sólo es útil para mí pues es una actividad con la que mato el tiempo. Ahora parece que está resucitando y como un zombi anda por la casa el tiempo, imposible de matar. Un día me va a chupar la sangre o lo que hagan los zombis. Zombi yo mismo, un zombi jubilado.

viernes, 16 de enero de 2015

He comprado el Premio Herralde de Novela del año 2014. La he leído por encima y está muy bien. Cuando me acabe la novela de Javier Marías, la empezaré. Por otro lado, he ido a ver a Antonio a su trabajo, amigo que siempre hace preguntas y el que hablo soy yo. De todas maneras, algún día me contará algo aparte de sus artículos publicados. He comido pollo en pepitoria muy rico, único plato, y un flan. Luego he quedado con Eva en Moncloa rompiendo mi plan de venirme andando. Indebidamente, he fumado un cigarrillo al llegar a casa y más tarde, he ido al club de los poetas donde he leído mis poesías mal hechas, a bote pronto, como quien echa agua a un vaso y lo desborda. Bobilis, bobilis, voy a quedar con Eva para cenar frugalmente, cena que consistirá en una ensalada mixta y unas croquetas y andando, ya que en casa no hay nada. Para acabar, acabaré dormido en mi cama sin deseo de despertar muy pronto, pues nada hay que hacer el sábado por la mañana, salvo comprar algo de comer en el súper y guisarlo pronto y mal.

jueves, 15 de enero de 2015

Anuncian nieve para el fin de semana. La nieve, a la vez que es bonita, es más fría que los demonios. Así, nos estaremos en casita, espoleando nuestra creatividad. Haremos ese plato invernal de tantas calorías que no tuvimos tiempo de hacer mientras salíamos y entrábamos de casa a ver a la vecina, charlaremos junto a la calefacción y nos quedaremos embobados viendo como caen los copos blancos sobre la ciudad o el campo.
Sacaremos libros que descansaban en la vitrina para leerlos o escribiremos a una tía que vive lejos, para saber qué es de ella.
Nos daremos a las confidencias porque tanto tiempo juntos los secretos mueren y diremos cosas de las que nos arrepentiremos haberlas dicho.
Dormiremos como lirones arrullados por el silencio de la nieve al caer y al despertarnos, una pereza muy grande nos invadirá hasta que tomemos el primer café de la mañana.
Ya llega la nieve, ese color blanco que nos duerme mientras dura.

miércoles, 14 de enero de 2015

He empezado el año muy tranquilo, no hay nada que me altere ni me preocupe. Por eso quizás no escribo en este blog, porque los días pasan todos iguales, sin malestar mental de ningún tipo.
Hacía tiempo que no estaba yo tan equilibrado. Me doy un paseo largo después de comer pues me he puesto gordo de las comidas de la Navidad y como lo justo, esa es toda la novedad.
En el foro de literatura escribo poesías y narraciones y los del foro me contestan comentando estas creaciones.
Leo la prensa en internet por las mañanas pero todas las noticias me dejan frío, como si no fueran conmigo y es que no van conmigo.
Doy un paseo con Eva por la Gran Vía y bromeamos y la acompaño a casa.
Me gustaría dejar de fumar pero por otro lado me encanta fumar. No sé cómo lo haré o no lo haré nunca.
Con Paco me llevo ya muy bien y han desaparecido los días difíciles en que no me entendía con él.
Si el camino es recto, se ve bien el horizonte.

sábado, 10 de enero de 2015

Voy a ir al Puerto de los Leones que mandó hacer Fernando VI allá por el 1730. Digo los leones de granito que hay en la cumbre de ese puerto. Fernando VI me gusta por ser un monarca pacifista. Hizo la paz con Inglaterra y Francia y me parece que murió loco, un defecto de algunos borbones. A Fernando VI le sucedió Carlos III, el mejor rey de España y alcalde de Madrid que ya había sido rey en Nápoles. El Puerto de los Leones tiene, pues, una historia breve que me agrada, representada esa memoria por los leones de granito que están allí viendo pasar el tiempo y los coches. También Pedro Salinas, el poeta de la generación del 27 tiene un pequeño poema relativo a subir la cuesta hasta el puerto con un dos caballos y bajarla supongo que en un día de asueto de sus clases universitarias madrileñas. Dice "dos caballos, la fuerza justa". No había más potencia que esa en la época y dichoso el que tenía coche. Siempre he pensado que los del 27 eran bastante señoritos todos y muy intelectuales. A mí no me van mucho. En fin, dos referencias históricas del Puerto de los Leones. Bocata de lomo y a pasear por los pinos.
He leído una entrevista a Eduardo Mendoza que puedo unir a la entrevista que leí hace poco a Juan Marsé. Son dos grandes novelistas que lucharon contra la censura franquista pero tenían diferentes modos de hacer novela. Yo me leí "La verdad sobre el caso Savolta" hace mucho tiempo y me gustó mucho y también me leí hace tiempo "Últimas tardes con Teresa" y también me gustó. Los dos hacen a su manera una disección de la sociedad española. Uno, Mendoza, en clave de aventuras y mezclando los géneros y otro, Marse, apropiándose del género sentimental pero llevándolo al terreno social. Son dos grandes narradores que opinan que la vida va muy deprisa y que deben a generaciones precedentes (Hortelano, Zunzunegui, Matute, Benet) sus éxitos posteriores. El caso es que yo quise leerme "Si te dicen que caí" de Marsé y no lo logré entender ni me gustó. Pero los dos subliman literariamente la ciudad de Barcelona hasta hacer de ella un prototipo de ciudad llena de aventuras políticas, sociales o sentimentales. Han venido otros como Ruiz Fazón o Ildefonso Falcones que han hecho de Barcelona la protagonista de sus novelas. Pero a mí me gustan más los antiguos protagonistas anarquistas y pijosaparte que los modernos bestsellers.
Hay dos términos políticos coloquiales denigratorios que todavía se usan pero que para una mejor comunicación descriptiva de pensamientos e ideas políticas creo que se han de desterrar. Estos términos son "rojo" y facha". Los dos son muy despectivos para seguir usándose en una democracia pero somos hijos de una guerra civil y de una dictadura fascista y las heridas, ahí siguen. Los deseos del penúltimo presidente español de dotar a España de una memoria histórica se venció del lado de los vencidos como si en la guerra civil no se hubiese ejercido violencia por parte de ellos, sino solo por los vencedores. Mi abuelo desapareció y mi padre siempre ha pensado que fueron los del bando republicano los que se encargaron de que desapareciera. Mi memoria histórica va en contra de la memoria histórica de ZP pues ZP solo buscaba la memoria de los vencidos y desenterrarlos a todos. Lo que consiguió ZP es reabrir el debate de la guerra civil en España y llenarlo todo de banderas de la República (anticipo de la guerra). El caso es que a mí me gustaría que se dijese hombre o mujer de derechas o de izquierdas, como creo que se dice en las democracias más avanzadas y no rojo ni facha, que es lo que se dice en un sitio todavía lleno de rencores políticos.

jueves, 8 de enero de 2015

Aunque la noche es fría, nos disponemos a pasear, que tenemos tendencia a acumular grasa. Empezamos hablando de los compañeros de su trabajo. Qué mal. Que mal se portan. Luego yo le digo que mi brazo no es la barra del metro y le doy un beso. Me pongo los guantes y seguimos. Pasamos por un restaurante y nos entra hambre de imaginarnos pidiendo de lo mejor y comérnoslo pero seguimos. Vemos al negro del supermercado dispuesto quizás a pedirme algo de dinero pero se mantiene lejos con otro que le da unas monedas. Hablamos de los vivos y los muertos, lo tranquilos que se quedan los muertos que ya no hacen nada, se quedan ahí y no tienen ya que ducharse ni levantarse temprano ni nada, qué a gusto se quedan los muertos. Leo el periódico en el bar en el que tomamos un café después de haber andado una media hora. Hay una representación teatral que se llama no sé que mortem, en latín y la llevan un matrimonio que piensa que hay que preparar el momento de la muerte, hay que asumirla. Luego leo a Marsé que dice que se lee la prensa todos los días y lleva doscientas páginas de su nueva novela. Un país de cabreros, dice por España.
Una canción que oigo estos días, aunque no sé de qué año es ni nada, es la de Rosendo que se titula "verguenza torera". Aparece Rosendo en medio de una calle transitada y dice: "mienten aunque revienten" y luego sale su imagen leyendo un periódico y salen noticias como: "el gobierno exprime los bolsillos" Y dice Rosendo: "qué mierda de país". Siempre he oído que para ser político lo primero que hay que aprender es a mentir. Dentro de eso, si se miente simplemente para estar en el poder cuatro años más, peor. Y peor si estando en el poder cuatro años más lo haces fatal. No lo digo ni por unos ni por otros. Lo digo en general. Ahora el PP ha estado en el poder y ha llevado a cabo medidas muy impopulares. Yo me pregunto: ¿ha mentido? lo que ha hecho es reflotar la banca con dinero público. ¿ha dicho en algún momento que no lo iba a hacer? Ha hecho recortes en todos los ámbitos. ¿Ha dicho en algún momento que no los iba a hacer o los ha hecho por convencimiento de que así había de ser para la economía, para pagar la deuda? En todo momento nos ha avisado el gobierno de la deuda. No ha mentido, creo. Ha tomado medidas impopulares que han afectado a todas las economías del país. Pero bueno, todos mienten, para eso están ahí.

miércoles, 7 de enero de 2015

Yo, entrando el año, tenía un plan muy bueno: escribir mañanas y tardes en vez de solo las tardes para dar mayor realce a mi labor de escritor. Y deseaba hoy ponerme ante el ordenador y empezar a escribir por las mañanas. Pero la desilusión ha sido grande pues llevo ya una media hora y no se me ocurre nada y además me ha dado por pensar que mis novelas son una birria que a nadie podrían interesar. De esta manera de ver las cosas ha venido la desmoralización más completa, así que he metido la cabeza en el frigorífico porque dicen que así se recupera actividad neuronal pero ni por esas: sigue sin ocurrírseme nada de valor: solo palabras gastadas que no van a ninguna parte y que hay que borrar después de escritas. ¿Dónde está la metáfora de la vida, del arte, de la inspiración? ¿Dónde están las bellas historias que nos acometen un día de sueño en que todo es tan bonito que no queremos despertar? ¿Dónde está genio creador, dónde la neurona genial que hace que la historia prosiga admirando a la gente? No lo sé, ya vendrá. Por de pronto, yo sigo aquí, a ver si se me ocurre algo. A veces hay que parar para ver dónde va el camino.
Lo único que saco en claro de estas fiestas es que he engordado. Al menos tres o cuatro kilos, sino más. El espíritu de la Navidad yo no lo he sentido por ninguna parte. Lo he echado un poco de menos pues yo, por estas fechas solía estar de buen humor y como encandilado por lo que significaban (se supone que amor al prójimo) y un poco de fantasía literaria que traían de la mano pues la Navidad es muy literaria, se supone que pasan cosas fantásticas en Navidad, muy sentimentales, encuentros, amores, humanidad en grado sumo, etc. Pero esta vez lo que he sentido es muy carnal: un engordamiento que he detectado en los últimos días, cuando me iba a acostar. También he fumado mucho y hay que tomar medidas: comida ligera y fumar menos o dejar de fumar.
En fin, que la Navidad ya no trae esos sentimientos bonitos de otras épocas en que esperaba yo que me sucediera algo a tener en cuenta o se me ocurriera, llevado por esa mística navideña, una historia muy bonita que sucedía en la calle y casi llegaba a los cielos. Ni ha pasado nada, ni se ha sentido algo especial, ni ha nevado, ni un pobre ha venido a cenar a casa. La soledad del alma es lo que hay que esperar cumplidos ciertos años.

sábado, 3 de enero de 2015

Tengo el reto ante mí de pasar dos horas escribiendo, no aquí, en el blog, al que solo considero una forma de consolación por medio de expresar mis vacilaciones y mi desesperación de los días iguales, sino frente a las novelas que estoy haciendo, inventándome cada hora nuevas aventuras de mis protagonistas. Se podría pensar que es una actividad huera e inútil pero para mí es muy importante y si consigo estar dos horas escribiendo, pues hasta ahora no llegaba ni a media hora, considero que el día estará aprovechado. Inventar es difícil, ir contando una historia del todo inventada no está al alcance de todos. Yo me lo propongo y al final, estará la historia contada que salió de mi cabeza.
He oído en la radio a un psicólogo contar que la felicidad es alcanzable para todos y que solo comer y tener techo es lo que nos da la felicidad. Este psicólogo dice que cuanto menos necesitemos, mejor y cuanto menos deseemos tener, mejor para nuestra felicidad. Yo digo que hay que dar un sentido a nuestras vidas y de ahí vendrá la felicidad.
Cuando pienso en mi vida, mis horas perdidas, mis paseos inútiles, mis calles de siempre, el pobre recorrido que dan mis pasos, lo poco y mal que escribo, el torpe ciclo que se repite todos los días sin ninguna novedad que lo excite, las voces de la gente que no me dicen nada, los bares que visito una y otra vez para nada, las conversaciones tristes que mantengo con mi novia y con la gente que conozco. Esta gris vida que no se eleva nunca hacia un cielo de improvisadas carcajadas es la vida que vivo yo y a lo mejor la vida que vive mucha gente, sin risa, sin distracción, sin chiste, sin aliciente, sin picante. Nada más que ir viviendo un día igual que el otro y fumarme un paquete de cigarrillos y comer en un bar las mismas cosas de siempre. Y todo igual y todo igual hasta que se harta uno. ¿Qué le dará sentido a todo este carrusel que da vueltas y vueltas día tras día? Quizás las historias que me pueda inventar porque por lo menos es un trabajo que puede resultar interesante si me esfuerzo y escribo todos los días unas líneas en que yo ya no soy yo ni todo esto que me rodea que me aburre enormemente. Si todo da vueltas y vuelve, apela a tu imaginación.
Que la inspiración me pille trabajando. Ese es mi lema a partir de hoy. A partir de hoy me voy a poner a escribir mañana y tarde sin tener en cuenta si lo que escribo tiene una calidad mayor o menor. El caso es escribir a ver qué sale y que salga una producción mayor que la de hasta ahora. Así estaré satisfecho porque hasta ahora solo escribía por las tardes y un poco. Me conformaba con poco, un par de folios al día y no todos los días. Debo avanzar con mis novelas mucho más para tener preparadas para la primavera un par de novelas más. Dice un refrán literario que tengas preñadas a las nueve musas. Yo sé que hay una que se llama Clío y otra Euterpe. Las musas bajan del Olimpo cuando les da la gana, no cuando las llamas para socorrerte cuando no se te ocurre nada. O están de vacaciones, como dice la canción de Serrat. Lo peor es que no se te ocurra nada, te deja una sensación de impotencia grande pero si dedicas unas horas a escribir, aparecerán las musas en tu socorro. No se anda el camino mirando al horizonte.
Este parón navideño ha causado en mí una inactividad, una actitud pasiva que me ha hecho pensar y repensar mi vida. Pero mi vida no está para ser pensada. No cabe la menor reflexión sobre mi vida plana y aburrida. Mi vida es para vivirla pobremente pues no hay en ella muchas cosas de las que enorgullecerse. Me refiero a mi vida actual. Al pensar yo en mi vida estos días, he caído en una especie de depresión pequeña, en un malestar porque no me satisfacía el modo de vida que llevo. Pero bueno, todo ha servido para llegar a la conclusión de que debo escribir más y mejor. Debo ser más constante en mi escritura pues he concluido que si algo tiene valor en mi vida actual es la posible literatura que yo pueda producir.
No he he hecho la comida en muchos días y eso me ha tenido inactivo y torpe. La casa está sucia. Tanto entrar y salir, tanto comer en casa de mis padres ha causado que ahora me dé mucha pereza hacer la comida. La tengo que hacer hoy y ya me está entrando la pereza. La reflexión es buena si de lo que se reflexiona merece la pena.