lunes, 26 de enero de 2015

El otro día le dije a mi hermano que el ser humano siempre está preocupado por el futuro y que el futuro genera miedos y dudas en todo el mundo. Paco, mi hermano me contestó que Dios da de comer a los pajaritos todos los días y que él solo se preocupa de vivir el día. Yo veo que mi hermano vive la vida tranquilo, más que yo y con menos ambiciones y preocupaciones. Dice Paco que eso le viene de las enseñanzas cristianas y romanas, de gente como los evangelistas o Séneca, que decía: "carpe diem". Pero el futuro está ahí, amenazante porque no lo conocemos y así, crea temores. Yo no hablaba de algo concreto sino del futuro en general, esa masa de días que nos espera tras que pase simplemente hoy y que no sabemos discernir que traen. Aunque lo más lógico es vivir el presente, pues es lo que tenemos. Lo malo es negar que exista un futuro, como hace mi hermano pero bien que piensa en él cuando llega la ocasión y dice: "a lo mejor me voy a vivir al pueblo de mayor" o "no sé si aguantaré mucho en el taxi". Lo mejor es disfrutar todo lo que se pueda del presente, exprimirlo bien pero pensando que nos haremos viejos y de viejo, no puede uno ni con el pellejo.

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