viernes, 31 de mayo de 2013

Si las circunstancias que nos rodean son adversas lo que se impone es un estudio de esa adversidad, en qué consiste ese conflicto entre la circunstancia y nosotros mismos.

Quizás la culpa de esa situación no querida la tenga nuestro modo de ser que no es flexible, imaginativo para torcer ese malestar en lo que vivimos.

Si, por ejemplo, disponemos de mucho tiempo libre y no sabemos cómo llenarlo la culpa es la falta de imaginación que no procura actividades con que pasar el rato. Quizás el temor de hacer algo nuevo nos impida probar esas cosa nuevas que nos entretendrían.

Si, por el contrario, como es el caso más habitual, no tenemos tiempo para nada, también hay que saber sacar tiempo  para nosotros y disfrutarlo todo lo posible. En este caso también puede haber miedo a probar cosas nuevas que nos darían mucha satisfacción.

Si no queremos probar cosas nuevas, hay que aprender a disfrutar al máximo de las cosas que aprendimos o hacemos bien y nos reportan una satisfacción.

Leer puede ser una actividad menospreciada pero la verdad es que leer aporta un montón de satisfacciones que el lego en esta ocupación no suele apreciar.

La relación con la familia y amigos también aporta un montón de satisfacciones muy buenas al que procura tal relación.

Escribir una historia conlleva una elección de ratos para el escritor en que estará solo con su obra y si la experiencia estética es adecuada, redundará en una satisfacción honda.

Leer, escribir parecen opciones de entretenimientos propias de un estudiante o un aficionado a las letras pero no siempre tiene que ser así: además, un gran lector se puede convertir en un gran escritor.

Evidentemente hay un montón de actividades ajenas a la creación o al paladeo de una historia pero son mucho más fáciles y no procuran tanta satisfacción porque no intervenimos tan directamente en ellas. No son nuestras, no producen un sabor personal.

La gente dirá: pues montar a caballo es muy satisfactorio. Pero exige pagar un caballo. Igual pasa con una paseo en barco, etc, etc.

¿Hay algo más barato que un libro o unas hojas en las que escribir?
Lo que pasa es que estas actividades exigen un esfuerzo de la voluntad pero la satisfacción puede ser muy grande.

Beber, comer, ir a un bar, jugar a las cartas, etc no necesitan de grandes esfuerzos de la voluntad pero son actividades que no satisfacen. Por que no implican esfuerzo alguno. Son meras diversiones huecas.

Pasear o montar en bici sólo precisa de dos piernas dispuestas. Son dos actividades muy agradables que nos pueden reportar mucha dicha.

En fin, lo que yo digo es que hay un momento para todo, que debemos sacar a relucir de nuestros recuerdos o enseñanzas aquellas cosas que nos gustaban antes y nos pueden seguir gustando y que debemos probar cosas nuevas que nos saquen de la abulia de todos los días. Si se está estresado, lo mejor es un acto contemplativo como un paseo por el campo relajado y sin estorbos. Si uno tiene amor a las letras e imaginación, la lectura y la escritura son ideales. Si uno es hombre de acción, no debe quedarse en la ciudad sino marchar allí donde haya acción, etc, etc

jueves, 30 de mayo de 2013

Para que todo fuera del todo arrabalero y literario, el tipo entraría en un supermercado y compraría unas sardinas y una sepia y se iría a casa a preparar la sepia y luego se enfundaría el chándal y se iría a correr por la ciudad ensayando golpes con los puños apretados tipo Rocky Balboa y haría flexiones en un parque ausente y triste como son los parques de las ciudades y los tipos así de ciudad pero desclasados y pobres y olvidados de la gente.


Pero no era el caso.

Este tipo era querido

le quería su madre que no falleció

le quería una novia que tenía los ojos verdes

y aunque no trabajaba por una dolencia mental

no le hacía falta levantarse a las cinco de la mañana para demostrar que 

era fuerte

y la gente se le quedaba mirando
cuando daba esas potentes zancadas 
de atleta de arrabal.

miércoles, 29 de mayo de 2013

Voy a hablar otra vez del hecho de fumar:

Todo, con moderación no puede hacernos mucho daño. Yo calculo que para un fumador, pasar del paquete de tabaco ya es fumar mucho.

Solemos dormir 8 horas. Entonces estamos despiertos durante el día alrededor de 16 horas.
Si fumamos 20 cigarrillos casi sale a cigarrillo por hora, lo cual no es excesivo.
En un fumador, fumar 20 cigarrillos diarios casi no lo notarían los de alrededor ya que es un ritmo lento.

Fumar cigarrillos se concentra en torno a las comidas o a las reuniones sociales tipo "tomar algo" o "quedar en un sitio por la noche".

Por eso los fines de semana solemos fumar más los fumadores ya que la noche se prolonga y la actividad social (charlar o bailar, etc) fomente la toma de cigarrillos.

La pregunta es: ¿qué hacer cuando se supera el paquete de cigarrillos que es, digamos,  lo normal, lo moderado?

Hay veces que cuando estamos nerviosos, ese aumento de cigarrillos fumados es inevitable pues parece una regla de tres que a  más nervios, más cigarrillos.

Lo primero de todo es hacerse uno consciente del aumento de toma de cigarrillos y luego rompernos un poco la cabeza para tomar medidas para rebajar ese consumo.

El que tiene pocos entretenimientos tiene mayor posibilidad de aumentar esa dosis.

Yo conozco una persona que fuma ya desde madrugada, pues tiene problemas de insomnio y se despierta antes de desearlo. Luego, como vive sólo con su madre, apenas tiene ocupación en casa y tampoco se entretiene mucho con lecturas, tv, etc. Quiero decir que sus horas son lineales, no hay actividad ninguna que le ocupe tiempo y por eso, no hace más que fumar.
Fuma, según ella, 4 paquetes de tabaco. A juzgar por sus dientes, puede ser verdad, pues los tiene negros.

Yo creo que una solución al exceso de cigarrillos puede ser buscarse ocupaciones por propia voluntad o "impuestas" que ocupen unas horas en que no se fume.

Leer, ver tv, andar, hacer puzzles, escribir, cocinar...

No sé, seguro que hay otras actividades que uno se puede imponer a sí mismo para no estar fumando.

Se sale ganando por partida doble pues si elegimos hacer una tortilla, tendrás una tortilla y en esa hora en que has estado haciendo la  tortilla, no has fumado.

Hace falta mucha imaginación y voluntad para crearnos a nosotros mismos tareas que eviten el continuo fumar cigarrillos.

Si damos un paseo sin tabaco encima, tus pulmones te lo agradecerán y durante ese trayecto de ida y vuelta, no hemos fumado.

También es interesante procurar que el cigarrillo sea un premio a la abstención: por ejemplo, decidir que en una hora, no fumaremos. Así el cigarrillo fumado es un premio a saber aguantarse sin fumar al menos una hora.

Hay muchos trucos que se pueden llevar a cabo para fumar menos. 
Lo importante es encontrar la excusa para no fumar durante un rato. Estar centrados en algo que no sea fumar por un promedio de una hora pues el ritmo bueno de fumar sería de un cigarrillo a la hora. O si no hay entretenimiento, obligarnos nosotros mismos a estar esa hora sin fumar.

El hecho de llevar un paquete de cigarrillos en un bolso o en un bolsillo hace pensar que llevamos un pequeño tesoro pues el tabaco se ha puesto caro de verdad. Administremos bien ese pequeño tesoro. Consideremos ese cigarrillo que fumamos un gasto que supone un placer y no malgastemos placeres que repetidos mucho dejan de serlo.

martes, 28 de mayo de 2013

Había un filósofo en Toledo que se volvió loco y enseñaba a sus discípulos cosas extrañas, fuera de toda razón. Entonces, el rey quiso verlo. El filósofo iba muy desaliñado y con los pelos alborotados y las barbas largas como un chivo. El rey le preguntó cosas referentes a los libros y el filósofo supo hablar de todas esas cosas que vienen en los libros pero cuando el rey le habló de la vida cotidiana, el filósofo empezó a desbarrar diciendo que una verdulera mataría al rey que tenía presente de un cebollazo y que la reina pariría un gato negro que traería desórdenes en la ciudad.
El rey mandó que le encerrasen al filósofo en una estancia agradable y le dieran de comer aunque no quisiera.
El filósofo engordó y se rapó las barbas y se vistió de ropas finas pero su locura no declinó ya que no tenían en aquella época cura para la locura.
Un día, un discípulo pidió ver a su maestro el filósofo. Conversando con él vio que no decía más que disparates y se fue muy triste.
El filósofo vivió diciendo disparates pero un día acertó con un disparate: dijo que los moros tomarían la ciudad y así fue.
Los moros le trataron igual que el rey cristiano hasta que anunció que otro rey cristiano tomaría la ciudad. Entonces el rey moro mandó que ahorcasen a aquel gafe pero la ciudad no se libró de que la ciudad cayese en manos de los cristianos otra vez.
El filósofo tenía la verdad. Los reyes tenían el poder. El poder no dura, la verdad sí.
La lucha contra uno mismo es la peor que hay. Luchas contra tus propios fantasmas, tu falta de fe en cosas que antes creías sin dudarlo, luchas contra tus dudas, que se hacen grandes e insoportables porque no te dejan vivir el día a día con la facilidad que impone el paso del tiempo.

¡Tan fácil es ir viviendo cuando uno está contento! Todo le resulta como hecho a modo de uno, todo es halagüeño y sutil. Todo rima como lo haría una poesía bien hecha. Pero, ¿y cuando nada encaja en nuestra pobre cabeza?, ¿cuando parecen surgir problemas hasta de las piedras?, ¿cuando dudamos de todos los pasos que damos?, ¿cuando nada nos entretiene porque vivimos en una constante preocupación?

Yo vivo mucho esas situaciones en que parece todo perdido, perdidas las cosas su antiguo olor y me duele. Me duele en el alma que lo que antes era un asidero contra la adversidad ya no lo es, ya se ha esfumado, ya no hay de donde agarrarse contra los reveses de la fortuna.

Todo pierde su valor por nuestra propia desventura o poca virtud que no supo cultivar aquello que era importante. No damos importancia a lo que la tiene y se marchita ante nuestros ojos.

Mi novela va mal. He perdido la fe en ella. Y la novela era un asidero en el que matar cuatro ratos y de la que sentirme orgulloso.
Tengo que recuperar mi fe en lo que escribo pues no hago otra cosa de valía que escribir.

No hago otra cosa que pensar en ti, decía el poeta; para luego decir:  y no se me ocurre nada.
A mí no se me ocurre nada para creer en la vida, en esta vida que voy viviendo y va careciendo de sentido. Estaría muy bien ser una persona irreflexiva que no piensa las cosas pero a mí las cosas que me pasan me afectan. Son mis sentimientos y mis pensamientos los que me crean zozobra.

El caso es seguir viviendo,mal o bien pero seguir viviendo porque la vida tiene muchas puertas: es como un hotel con ellas numeradas y una se va a abrir, estoy seguro.


El mundo es tal cual es y si te despiertas con la sensación de que no puedes cambiarlo o por lo menos no puedes cambiar ese mundo que a ti te concierne, peor para ti, porque el mundo sigue ahí.

Como el dinosaurio de Monterrosso, sigue ahí.

Quizás no elijamos nuestro modo de vida en el 50% de los casos pero tenemos que vivir, estamos obligados a vivir.

La mañana es gris, el viento azota nuestra cara como si de niños se tratase y todo es muy desagradable. Lo bueno es que estamos vivos y podemos cambiar algo nuestro presente.

Lo que está claro es que ya no podemos apelar a otras instancias para que nuestro mundo cambie. O nos resignamos a vivir una vida desagradable o intentamos cambiarla dando algún paso.

Me hacen gracia esos anuncios de gente sufriendo en otros países. ¿Es que no sufrimos los que estamos en este primer mundo?

También me procuran cierto escepticismo aquellas imágenes de famosos riéndose como si no hubiera otra cosa que hacer. Creo que en el fondo sufren como el común de los mortales. Lo que pasa es que ellos son especialistas en vender sonrisas.

Todo el mundo sufre y la felicidad es pasajera. Poco rato se disfruta de la despreocupación de la felicidad. Siempre hay problemas a los que hacer frente. La vida en general, el mayor problema.

lunes, 27 de mayo de 2013

Me estoy leyendo "Rayuela" de Julio Cortázar.
No creo que haya nadie que la haya leído al cual no le haya inspirado un sentimiento de extrañeza. Porque la obra esta es un tanto extraña. Cuenta la vida de Oliveira y la Maga en París.
La obra insiste mucho en la intelectualidad de Oliveira y sus amigos  y en la extrañeza que le producen a la Maga tanta referencia cultural que hacen estos en sus conversaciones.
No es este libro para recomendar a un taxista amigo tuyo. Ni tampoco a un empleado de renfe que lee best sellers de crímenes.
En los best sellers de crímenes todo pasa como tiene que pasar.
En "Rayuela" todo es un pelín complicado, lo que pasa tiene unas implicaciones sentimentales, existenciales y culturales espectaculares.
Los primeros capítulos de "Rayuela" yo no los entendí, para qué vamos a engañarnos, están llenos de vericuetos referenciales que no sé de dónde salen.
Dicen que un solipsismo es algo que solo entiende el que lo expresó: creo que hay mucho de eso en "Rayuela".
No sé si habrá alguien que entienda expresiones como: "quietismo laico, ataraxia moderada, atenta desatención" a la que siguen otro montón de referencias cultas de difícil entendimiento.
Si es difícil en la lectura seguir el hilo de lo que pasa por cauces ordinarios, no te digo algo lleno de términos cultos, explicaciones llenas de una figura retórica tras otra, referencias a filósofos y artistas de todos los tiempos. Hay que ser muy culto para entender "Rayuela". Hay que saber de filosofía, pintura, música y lenguas muertas y vivas para entender lo que dice Oliveira o lo que dice Don Julio con esas serpentinas lingüísticas que explican un estado de ánimo o una situación determinada, como por ejemplo, el hecho de estar en París una tarde lluviosa paseando.
El hecho de estar paseando por París una tarde lluviosa da para mucho en este libro pues en ese paseo se libera la mente de estos intelectuales que salen en el libro y su pensamiento abarca toda la historia musical, filosófica y pictórica de todo el mundo, desde  la India a Italia pasando, claro está, por la cultura francesa.
En fin, es un libro demasiado difícil como para querer entender "al momento". Lo mejor es tener una enciclopedia al lado e irla consultando cada poco.
También hay que hacer un gran esfuerzo intelectual para entender el espíritu que anima a los personajes, cada cual más complejo.

Si la vida consistiera en cometer en ella los mínimos errores posibles, no arriesgaríamos tampoco ni lo que vale un céntimo por temor a equivocarnos.
Yo creo que la gente debe equivocarse pero no hasta el empecinamiento, solo debería errar para aprender.
Pero no todo el mundo aprende de sus errores, ese es el problema.
La naturaleza de cada uno nos lleva por la vida de una manera u otra. El que se aventura a hacer cosas y no le cuesta hacerlas porque pone empeño y decisión en ellas, tiene mucho ganado.
El que hace las cosas con perfeccionamiento gustará a todo el mundo que le guste el perfeccionamiento.
El que haga las cosas como mejor sabe, sin perfeccionamiento, requerirá de otros factores para gustar.
El alma está presente en nosotros en todo lo que hacemos. En cada obra que llevamos a cabo, allí está nuestra alma.
El alma de un huevo frito viene incorporada por el que lo hace.
El alma de un solo de violín no es como el del huevo frito pero si los hace la misma persona, allá irán las dos almas, alma culinaria y alma musical.
Si alguien nos rompe el corazón, también al alma sale perjudicado y empezamos a llorar por los rincones, dejando trocitos de alma angustiada vertida con nuestros llantos.
Un saludo debería ser: ¿cómo tienes el alma? para saber del otro qué sintonía tiene en la vida
Escribo esto desde la desidia y desde la desgana. Hace tiempo que no escribía en este blog.
Los acontecimientos que me pasan es la falta de acontecimientos. No voy a ningún lado, hago las mismas cosas, excepto las recetas de cocina que guiso para mi hermano y para mí. Me preocupo de un dinero que no gasto, me tumbo en la cama a oír la radio. Mis ensoñaciones literarias son ahora muy escasas pero sueño con dar fin a mi novela, la que empecé en invierno. La crisis me preocupa porque veo muchos asientos vacíos, muchas tiendas vacías, mucha cabeza vacía de deseos pues no hay dinero con qué realizarlos.
La gente pasea y pasea y ve mucho la tele y tiene suerte de que no la desahucien.
Yo no debería quejarme pues vivo cómodamente de una pensión pero me quejo del aburrimiento que sufro, del desorden que se instala en mi vida algunas veces, que no es del todo absoluto.
Yo tengo unas aspiraciones que no sé si se cumplirán pero las tengo y las conservo como en una lata en aceite.
La vida es maestra de la vida posterior. Debemos estar aprendiendo de lo que nos pasa ahora para que no nos pase luego.

Me da pena una mujer que no para de fumar. La vi el otro día y tenía mal aspecto. No aprende de sus errores y los repite constantemente. Yo no tengo la culpa de esa perseverancia en el yerro. Espero que le vaya bien cuando se vaya a una residencia.

Por lo demás, el dinero escasea, la ruindad persiste, el despropósito y la incoherencia están a la orden del día y poco a poco vamos cumpliendo años, que es lo único cierto, junto con la muerte, que nuestra mente, por ser humana, comprende.

Jorge Manrique escribió las coplas inmortales. Por eso Jorge Manrique es inmortal. Su obra es su propia persona. Ojalá yo consiguiera tal inmortalidad.

sábado, 25 de mayo de 2013

Me he levantado hoy pensando en Jose Mari y lamento haberle echado esa monserga ese día pero lo hecho ya no tiene remedio. Quizás si me pusiera en contacto con él por medio de un correo electrónico... En fin, yo creo que él no llamará.

Bueno, estoy otra vez sintiendo esas sensaciones amargas de saturación de todo lo que me rodea y de que las horas son largas y de que hago siempre lo mismo, etc.

Charlé con el boss sobre la idea de largarme a algún lado, viajar y pasármelo bien y luego estuve pensando la idea de largarme aunque dice Paco que uno solo es un poco inadecuado.

Con la novela voy bien, lo que pasa es que me tengo que inventar esa pieza de teatro para el personaje María y es complicado. Ya he pensado el principio de la obra teatral pero no me da mucho de sí.

Debo perseverar de lunes a miércoles para estar la semana conforme de mi trabajo como novelista aunque sea pretencioso llamarme a mí mismo novelista.

miércoles, 15 de mayo de 2013

Para aclararme unas ideas y unos comportamientos de un amigo, voy a hablar de mi amistad con él y de un periodo de tiempo bastante largo. Procuraré escribir todo tal como pasó tratando de no justificarme sino de poner todo aquello que pasó entre Jose Mari y yo.
Yo conocí a Jose Mari en el IES San Cristóbal de los Ángeles, instituto difícil donde los hubiera. Me dio su teléfono y le llamé y empezamos a quedar por la sierra de Guadarrama, por donde hacíamos excursiones. Fui a un montón con él, con unos amigos o con otros y solíamos hablar de los destinos que nos daban siendo los dos interinos, yo de lengua y él de matemáticas. Cuando lo conocí sería el 2005. Cuando le recriminé su comportamiento conmigo ha sido en 2013, el año actual.
Yo conocí a Eva y ella y yo hicimos algunas excursiones con Jose Mari. Luego Jose Mari conoció a Gabriela, con la que se casó.
La primera vez que yo vi a Gabriela fue en una vuelta enorme que dimos en coche para ver no sé que pueblo. Gabriela no dijo  que Jose Mari era su novio. Jose Mari tampoco dijo que ella era su novia. Bueno, la verdad es que esta chica no dijo en todo el trayecto al pueblo aquel esta boca es mía. Luego quedé en Villalba un día con Jose Mari en que Eva y yo estábamos por dejarlo y luego Jose Mari me advirtió que "la situación era viciosa" y yo la dejaría más de una vez pues habíamos dejado la relación Eva y yo varias veces.
La segunda vez que yo vi a Gabriela, mi situación era la siguiente: en el verano de 2010, yo eché de la casa de alquiler a Eva, luego nos habíamos vuelto a juntar. Yo estaba pasándolo fatal en el instituto "Leonardo da Vinci" porque era incapaz de dar clases por mi enfermedad. Y lo que hizo Gabriela, sin conocerme de nada, ni conocerla yo de nada, fue echarme una perorata sobre lo importante de ser profesor y no dejar de serlo y cómo había tratado a Eva, que qué mal. Aquel día yo estaba deprimido y precisamente no necesitaba peroratas de ese tipo. Recuerdo el paseo por el camino Smichdt como una sarta de malentendidos pues yo no conocía a esa chica de nada ni ella a mí ni a mis circunstancias personales pero se hizo la importante y la mandamás, creyéndose con derecho a meterse en la vida de los demás y de arreglársela.

Luego estuve un tiempo grande sin verlos. Quedamos una vez en Navacerrada a cenar pero Gabriela seguía sin dar ningún dato de su vida. Habló de política y otras cosas pero seguía a su aire, sin hablar de ella para que pudiéramos conocerla. Yo sólo sé que es de Alicante y que trabaja en un hotel. Jose Mari me contó que tenía deudas y que compraba muchos trajes.

Luego, todo se fue en unas conversaciones telefónicas en que Jose Mari, al yo decirle que estaba de baja por una depresión, me saltó con que él se había gastado 300 euros en un cerrajero. Me quedé sorprendido de esa contestación pero no le dije nada. Más tarde, cuando yo seguía de baja me llegaron a decir que si cobraba una pensión no podría ya trabajar más para la administración y cuando intenté incorporarme al curso siguiente en El Escorial y no pude seguir dijeron que era una falta de respeto a los demás compañeros  profesores darme de baja.
En ningún momento se dieron cuenta de que yo tenía una enfermedad.
El caso es que Jose Mari se casó con Gabriela y tuvo una hija y dejó de llamarme al menos durante medio año que no supe nada de él. Luego me mando un sms diciendo que había nacido su hija. Luego llamé yo y me enteré de que perdió al otro mellizo en las entrañas de Gabriela, que habían venido por Puerta de Hierro en Majadahonda un montón de veces pero nunca quedaron conmigo y al decirle yo que estaba cobrando la pensión me dijo: "a ver si celebramos tu jubilación" como si él no tuviera nada que celebrar.
Hace un mes más o menos yo le llamé porque estaba harto de discutir con Eva que si se habían portado mal o bien conmigo y le canté la gallina a Jose Mari, echándole en cara todo lo que me dijo sobre mi pensión, mi enfermedad y los embustes que crearon para confundirme. Le dije que no tendría muchos amigos si los trataba como me había tratado a mí y no le di opción a contestar.
Le dije que eso se lo decía para quedarme a gusto.
Si me llama, será señal que es un buen amigo.
Si no llama, es que no le intereso un pimiento y como yo digo, no se puede estar al plato y a las tajadas.

Lo que creo es que se acabó mi amistad con ellos principalmente por culpa de Gabriela, que se metió donde nadie la llamaba a arreglar la vida de los demás sin tener ni puta idea de lo que decía.
Este año, la semana santa ha caído exactamente en los cuatro días últimos de marzo. Yo quería irme al pueblo a descansar del Aburrimiento de la ciudad, de la puta rutina. Pero el miércoles los médicos del hospital llamaron a mi madre para ponerle un marcapasos. Había estado lloviendo todo el mes, así que la gente estaba harta de tanta agua. Yo no fui a la operación pero cuando mi madre estuvo en la habitación, la visité. Con el asunto de la operación, nos íbamos juntando toda la familia. En el hospital vi a mi hermano mayor, que montó una tontería por lo del brazo de mi madre. A mi hermano mayor no hay quien le diga nada, enseguida se sale de madre, está nervioso. Antes de la operación de mi madre estuve yendo con una amiga a una psicóloga hasta el quinto pino en metro y acabé hasta el gorro de esa mujer porque encima de que la acompañaba, tuve que pagarle el metro y me pidió prestados 50 euros y lo peor es que es rica, tiene muchos pisos en alquiler pero las hijas no le dan nada porque todo lo gasta. El caso es que he acabado quemado de esta tía cantamañanas.

Hoy, como todos los hoy de mi vida, ando atado a mi circunstancia.
Yo quisiera haberme levantado, haber dado unos pasos y encontrarme frente al mar, esa inmensidad azul que suele llenar mis ojos de una tranquilidad dulce como el amor se llena de tranquilidad  al ver a los ojos amados. Pero no.
He hecho lo mismo de siempre, lo mismo de siempre de tantos ayeres y mañanas que se repetirán si no hay nada que lo remedie.
¿Y si me voy yo solo a ver el mar?
¿Y si cojo un tren o un autobús que me lleve a la linde del mar?
Anda el tiempo un poco revuelto estos días y para ver el mar y bañarme en él preciso de un día de calor y de sol.
Valencia es la playa de Madrid.
Ya perdí la sonrosada aurora. Ya perdí las horas tempranas.
Ya perdí una vez más el autobús que lleva a Valencia, la playa de Madrid.
Ya perdí el mar que a lo lejos besa la tierra.
Sólo me queda ir poniendo apellidos a este nuevo día que es como otros.
Tengo que buscar compañía que me libre de estar solo.
A lo mejor hay algo tan inmenso como el mar más allá de la ventana, pero lo dudo; el día solo trae restos de otros días.