lunes, 12 de septiembre de 2016

No encuentro la manera de sentarme para escribir una historia. La última que escribí trataba de una pareja que compraba un bar. No sé hasta qué punto esta última historia es buena pero se la he dado a leer a una amiga para que me diga lo que piensa de ella.

Yo, en el verano, pensé en escribir sobre uno de mi pueblo que se ha juntado con una boliviana. Lo ficcionaría de tal manera que se vería el carácter castellano agreste de los de mi pueblo y la dulzura de la chica sudamericana pero no creo que todo sea blanco y negro.

Y con esa gaita pensé que el de mi pueblo sería el narrador ficticio de la historia y empezaría con una infancia triste y pobre en el pueblo en los años cincuenta y cómo emigró ese hombre a Madrid y se hizo mecánico, etc.

La relación entre él y la sudamericana vendría mediatizado por el qué dirán. La gente del pueblo le daba consejos no pedidos y le desconcentraban y le ponían nervioso.

Pero triunfaría el amor entre ellos y vivirían felices sus días en el pueblo y terminarían siendo aceptados por el mismo.

Bueno, mañana martes el día será muy revuelto, con la ansiada lluvia que viene por fin.
Ojalá llueva mucho este otoño para quedarme en casa escribiendo y así.


He cogido de la biblioteca el libro "Los consejos de la paloma" que es de un autor que ha vivido en un barrio pobre y conflictivo, como el protagonista del libro en cuyo barrio matan a un niño para robarle pollo frito.

El protagonista del libro se pone a investigar ese asesinato. Mientras investiga nos vamos dando cuenta del mundo que le rodea y lo cuenta de modo humorístico. Es un libro fácil de leer pero yo no encuentro tiempo o ganas de leerlo. Yo también quiero escribir un libro con ese estilo tan facilón a la hora de leerlo. Podría contar mi caso en ese estilo de frases cortas y reflexiones de humor y eso. Pero a lo mejor mi vida no es nada interesante y también me tengo que inventar un asesinato y yo soy el detective aficionado y todo eso y me descojono de la risa al pensar que yo estoy investigando el asesinato de un jubilado por ejemplo.

Hoy he comido de dieta y el jueves, si Dios quiere, comeré paella de marisco. Pero el miércoles es fiesta así que el marisco y la sepia la tenga que comprar el jueves por la mañana y me tiraré toda la mañana en la pescadería y haciendo la comida y no me gusta la idea. En fin, el que algo quiere, etc.

Me gustaría estar en un sitio como Toledo y caminar sin saber adónde y luego ir a dormir al hotel después de cenar bien (una perdiz) pero estoy en una ciudad llamada Majadahonda y no hay calles estrechas por las que perderse.

Me parece que este blog ya solo lo leen cuatro gatos pero seguiré escribiendo porque me gusta escribir. También me gustaría estar en Aranjuez y cenarme un faisán antes de irme a acostar a un fastuoso hotel o aunque no fuera tan fastuoso.
Tengo ganas de lejanía, eso es todo. Sin embargo, tengo que ir a la compra dentro de un rato, a comprar para la semana.

lunes, 5 de septiembre de 2016

Estoy esperando a que pase el calor de este septiembre atípico y me ponga a escribir alguna novela que ya está en mi cabeza rondándome.
Mientras, escribo estas pequeñas reflexiones ejercitándome en el teclado de este nuevo ordenador que me he comprado.
El  pueblo ha sido una experiencia muy relajante, con horas y horas de no hacer nada o de leer novelas o de estar, simplemente, charlando con los vecinos de allí. El caso es que cuando llegué a Majadahonda, me sentí solo, sin tanta gente con la que charlar espontáneamente como lo hacía en mi pueblo. Aquí los conocimientos se reducen enormemente entre la gente. Solo me limito al saludo y poco más.
Celebré con los nacidos el mismo día que yo (mis quintos) un día de alegría y risas y bailes y canciones a la gaita y al tamboril. Estuvo bien pues así pude hablar y compartir sensaciones con gente que tiene más o menos mis mismos problemas, mis mismos sentimientos sobre la vida y mi mismo buen humor o mal humor.
Pasamos el día bailando jotas por los bares, degustando una paella y contando chistes en el caño nuevo, lugar donde tenían escenario mis correrías infantiles.
Y ahora, este maldito calor que pondrá la sequía española aún más seca y esquiva a la vida y a la humedad de la lluvia.
Ojalá vengan pronto las lluvias
Un mes lloviendo sin parar cuánto lo agradecería yo.

jueves, 1 de septiembre de 2016

Ya hemos estado en el pueblo de vacaciones en régimen de calor con mi hermana haciendo todas las funciones propias que exige la cocina. He pasado buenos ratos leyendo una novela sobre un adolescente que tiene relaciones sexuales, claro, con una mujer muy atractiva pero con la autoestima muy baja. En esa novela todos querían ser novelistas: el marido de la mujer que se tira al adolescente; el adolescente mismo, que siempre escribe novelas en las que un adolescente tiene tratos con una mujer madura; la hija de la mujer madura que se tira al adolescente y un largo etcétera de personajes secundarios que también aspiran al favor de las Musas.

A mí me ha dado que pensar el hecho de que una novela trate de novelistas pero lo he dado por bueno y he dejado la novela en la página 200 porque ya era un rollo continuar.

Al llegar a Majadahonda, he cogido de la biblioteca un libro que se llama "Wanderlust" de una escritora llamada Rebeca Solnit. Prácticamente, me la he leído entera pero no me ha gustado que  el subtítulo de la obra confunda al lector al afirmar que ese libro es "una historia del caminar". Es más bien una historia de escritores que caminaron y dijeron cosas sobre el caminar.

Paco me dijo que leyera libros de psicología, como hizo él cuando cursó Magisterio y me he comprado dos en el VIPS. A ver qué tal.

Sigo con mis caminatas a Las Rozas todos los día y me va bien. Espero mejorar en algo, que no en todo pues es muy difícil

El curso empieza y todo se pone en marcha. La somnolencia del verano acaba ya. La dura competición por la vida vuelve tras las vacaciones.