martes, 25 de marzo de 2025

El mar de los juramentos iba rompiendo el aire. Atravesó mil altares que pusieron las mujeres para adorar a los hombres. Llegó el tren del sur adonde nacían almendros. Y una aurora roja como una brasa del fuego dio razones a los patos para que alzaran el vuelo. Su hija se hizo la tonta como si no fuera con ella. Y pronto llegó la mañana y había que comprar patatas. La comida no estaba hecha y la mujer lo pagó, ayunando todos en casa como si no hubiera dinero. La vida se va enredando hasta que todo se sabe cuando se fríen los huevos. Poco a poco se hicieron tontos y ya nadie da dos duros por esos cristianos viejos. El matiz viene después, cuando se tocan los pies por debajo de la mesa.

Tengo el pelo alborotado

desde que me lo cortan los moros.

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