martes, 11 de marzo de 2025

Toco el quicio sutil del aire y se llena de música ligera, muy ligera para parar este sentimiento de horror por la cercanía de mi cuerpo con las cosas. Veo dulcemente unos ojos que lloran y me transporto a esa calle concurrida y a esta casa que me acota la existencia. Voy de mi ser a las esquinas que hacen las mesas y las sillas en mi habitación. Voy al empedrado que sujeta mi monotonía de camino. Oigo razones que escapan a mi conocimiento, que me hacen pequeño, que rasgan mi persona hasta hacerla menesterosa. Hoy es martes, hoy vuelve a ser martes pero la carretera no me conoce, no habito ningún kilómetro, no ando más que con mis pies. Los trenes y los coches no son míos, no son más que para los otros. Los otros salen de un círculo y yo doy vueltas a una esfera obsesionante.

Los caminos se hacen andando.

Las carreteras se hacen conduciendo, alejándose, marchándose.

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