Para desquitarme de la mugre asquerosa de la política (todo mentira y egolatría), voy a ver si me sale un blog poético, de juego de palabras sin mucho sentido nada más que lo que valen las palabras por sí mismas. O sea, poesía por poesía: yo vivo vasallo de las nubes y las quiero ver en julio agruparse y tapar el sol que tanto ha dominado estos años. Y quiero ver chaparrones el día de Santiago Apóstol. Y quiero que abril haga caso a su refrán. Y quiero que la danza de la lluvia siga en pie, que no decaiga. Y quiero drogarme con gotas de lluvia resbalando por mi piel, en la calle desnudo y quiero que siga lloviendo como antes de ayer, que estuvo todo el día. Porque la lluvia de estos días es muy querida por mí, respetando todas las tragedias. Y quiero agua, agua, agua para que los manantiales de montaña rebosen. Y, si esta lluvia se llevara a los Koldos y a los Ábalos, mejor que mejor.
La gracia de la lluvia
es que moja, moja y empapa y humedece y corre por mis venas.
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