Las farolas se ceñían esclavas a su luz exangüe mientras los ciudadanos pasaban por debajo de ellas mirando a Dios en las aceras, tocando con su rezo a los ángeles del cielo. La mirada extraviada de los hombres y las mujeres no sabían qué pasaba en el mundo, en el que los extremismos llenaban las ágoras tristes de Europa, de los Estados Unidos, de otros lugares remotos acercados por las agencias de viajes a los occidentales. Todo era cuesta arriba. La gente no sabía ya a qué votar. Unos eran malos por autócratas y otros eran peores por ser de extrema derecha. La gente estaba desconcertada ante lo que veía y escuchaba. El canal de Panamá, ¿de quién era? La guerra de Ucrania, ¿cómo acabaría? Donald Trump, ¿qué cosas haría? Todo era un misterio, todo era poner el mundo boca abajo. Todo era una sinrazón.
El mundo de hoy dará paso a otro mundo que no conocemos.
Pero hay gente que ya está desfasada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario