Hoy dice el diario que han hallado muerto al niño que yo fui. Mi infancia fue muy feliz, pero fue una infancia interior. No recorrí yo muchos kilómetros en avión al extranjero, no viajé más que por las carreteras que llevaban a otros pueblos parecidos al mío. Yo subía cuestas y llaneaba con la bicicleta, pero no vi mundo yo en mi infancia. Ni tampoco cuando me hice mayor. Yo no pasé más que un puerto de montaña innumerables veces hacia el norte, siempre hacia el norte y después, el recorrido al revés. Desde el puerto, se veía un mar de luces que era Madrid. Desde el puerto se veía mi breve destino de niño de pueblo, siempre de niño de pueblo. No vi yo la Toscana, ni Baviera, ni México. No vi más que la torre de la iglesia desde la plaza con un par de cigüeñas en lo alto. Pero vi muchas personas, un montón de personas jóvenes y mayores, eso sí. Vi gente para parar un tren.
Yo no tomé un avión con destino el mundo.
Yo rodé mucho en una bicicleta que me llevó muy cerquita.
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