Como quien siente dentro un paraíso, agito mi memoria y lo destruyo. No es mi vida una fascinación por el paso de las horas. Esquivo un pensamiento destructivo. El pasado me llega y me niega el presente, tan poco atractivo. Compro para comer. Compro flores de papel que se marchitan. Compro mi vida si cojo el coche y hago kilómetros que me traen la lejanía. Miro algo la televisión y lo que veo me parte la cabeza por obtuso. Ando por las calles paseando, ando por las calles tan limpitas. Y cruzo mi corazón con las farolas. Y como de la fruta no prohibida y me harto y me canso de la vida. Destemplado está el laúd. Veremos si de él sale la música.
La vida es una imposición.
A lo mejor podemos con nuestra voluntad dirigir nuestra vida.
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