Yo me quiero ir a Madrid porque en Madrid no hay arena por todas partes. Y no hay que hacer cola para comer. Y no estoy rodeado de gente a todas horas. Me quiero ir a Madrid, vociferó en los oídos de su mujer, que, sin embargo, sí disfrutaba en Santa Pola sus días de vacaciones. Pues vete, hijo, quién te lo quita. No me quiero ir solo. Quiero que me acompañe alguien que esté también harto de este sitio. Un sobrino se atrevió a decir: yo estoy harto también de todo esto. Y era que tenía una medio novia esperándole en La Latina. Tomaría con ella unos gin tónica por las tardes en ese barrio tan sorprendente y peculiar. Y se fueron y dejaron atrás pronto el mar, la arena y Cristo que lo fundó. Y al llegar a Madrid echaron de menos la brisa marina pero vieron que todo era más limpio y más decente que en Santa Pola.
Los problemas que aquejan al ser humano casi todos son creados por el propio ser humano
y la solución de esos problemas pasan por otros seres humanos que se dedican a arreglar los problemas que crean los otros seres humanos.
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