No te quiere ni tu familia, saltó el bocazas. Pero no voy a hablar de gente estrafalaria. Estos días últimos de agosto parecen una pequeña primavera. El sol, amansado por el viento, da gusto más que calor. Esta tarde iré a pasear muy blandamente, muy sugerido por la tarde callada. Los vientos son otros y el calor ya no es riguroso como un dios que odia y mata al ser humano en venganza. Pasearé esta tarde como Mercurio alado, como los dioses pequeños que se hacen públicos en sórdidos arrabales. Mi hermano está bien y yo también. La primavera de agosto merece la pena ser vivida, la voy a vivir hondamente, como hombre feliz de vivir estos momentos históricos como un protagonista más de ellos, sin lloro ni envidia. Pasearé esta tarde con el sol a mi espalda. Iré callado, del sueño de la noche entrañado, dando las gracias a tanta ventura.
Mechas de sol se caen del cielo azul pálido.
Para que yo vea la perfección de la soledad mientras paseo.
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