miércoles, 21 de agosto de 2024

Más allá de nuestro sueños, esos sueños que tanto se repiten en redes sociales, está el futuro incendiado de nuestras vidas. Nuestra boca es fría en plegarias, no pedimos nada a Dios, no sabemos quién es, no nos asustamos de Él. Hay una exactitud mortal en querer ser esa persona que vemos en las revistas, esa que vende su imagen de mujer u hombre bonito sabiendo nosotros que esta vida es para sufrir. La espectacular monotonía de los días en el puerto, donde ondea la bandera blanca, es ya algo olvidado y tonto, como el cantante, como los perros de aguas, como los osos blancos, como la fe de nuestros mayores. Piensa un número y di si ese número lo quieres para contar tu cuenta corriente, tu relación de mujeres que se acostaron contigo, el montón de días que cometiste un delito continuado o los números de la once que jugaste bien jugados. Y te saldrá un número final: el montón de días que te tiraste haciendo lo que no querías, en una ristra infernal que te reconcome por dentro porque tú aspirabas a ser uno como Banderas que sale en las revistas ganando dinero solo con su imagen. Y te vendrás abajo por no ser el Conde Lequio u otro como el conde Lequio u otro como la princesa del pueblo u otro como un torero sin toro, etc. Y llorarás porque tienes que trabajar y tú no estás hecho para el trabajo. Eres un señorito que da voces y llora.

Da miedo ser un hombre que da fe de todo lo que grita.

Las injusticias en el mundo necesitan respuesta.

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