Esos que llaman y dicen qué tal estáis. Esos que vagan por medio de los que sufren y no hacen nada. Esos que alientan la desconfianza, el augurio penoso y triste y no ayudan nada. Esos que son la antifamilia, la rareza de ser. Esos que roban dinero y no hacen nada. Esos que te hablan de próstatas y huesos y no hacen nada. Esos que están pero no están, ya preocupados por sus propios asuntos. Esos que dicen: sigue tu camino como imbéciles perdonavidas. Esos que no se enteran de nada y se quieren enterar de todo. Esos que preguntan qué dijo el médico y nada más. Esos no valen para nada ni hacen nada ni saben nada.
Veintiún años pasan rápido, sí, pero se pasan todos los años y mueres.
La muerte es la que iguala, la que rompe las diferencias, la demócrata número uno.
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