Me he prometido a mí mismo comprar boquerones y freírlos. La otra opción era hacer una tortilla de patatas. Dos elecciones un tanto laboriosas pero muy sabrosas. He estado leyendo mi librito titulado "Cara y cruz". Va del concepto que se tiene de la muerte a nivel general y mío particular. Esta noche he dormido mal por cenar demasiado ayer. Yo ya no estoy para grandes ingestas. Iré al Ahorramas por los boquerones, aunque bien sabe Dios que yo desearía comprar sardinas, y los freiré. El día se ha levantado con un vientecillo muy agradable. Ayer tuve la idea de ducharme antes de meterme en la cama y ya es otra cosa: en agosto, frío al rostro. La vida se desenvuelve quizás como un guerrero pero también como un sirviente fiel. La vida nos roza, nos teme, nos apabulla. Ojalá el siguiente libro que me lea tenga la intensidad de lo nuevo y la oportunidad de un aprendizaje.
La vida surge: mírala por dónde va. ¿Es solo mía o también de los demás?
La vida es inmensa. Acoge un mundo entero en su seno. Cuídala.
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