Ya parece que estoy más calmado que esta mañana pero necesito seguir dándome ánimos esta tarde que va a pasar ordinariamente si Dios Todopoderoso lo quiere así. Puede que Dios, en algún rincón de esta ciudad, obre inteligentemente, como Él solo sabe, y dé una alegría a alguien, no sabemos quién, pues Dios también obra en silencio y en calma, sin que lo sepamos los humanos. Y puede que hasta un escritor escriba este pequeño milagro que obró Dios para que quede constancia de él para lección de muchos y conversión de otros pocos. Pero no sabemos mucho de los arrabales, de los vecindarios necesitados, de las vidas descarriadas a las que Dios quiere y, de vez en cuando, les echa una mano, allá por el puerto donde está izada la bandera blanca.
Alguien socorre a alguien.
Ahí está Dios.
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