En abril quemó una vieja el mandil. Hace frío fuera. Las sensaciones son buenas, sin embargo. Si la labor de las nubes es clara, ¿cómo iban a dejarme los ojos oscuros? El cielo se rebela contra tantos años. La peripecia de la lluvia es emboscarse en el gris. Y sacar a los ríos de sus casillas. Muchas cosas están pasando tan llenas de ternura y de secreto. Avivan las farolas su claridad atajada. Las aceras se marchan hacia el final de la calle, donde no sé lo que pasa en realidad. Empiezo a sentir una preciosa libertad junto a mí, una incipiente toma de razón o no sé qué que me vuelve importante. Iré a la plaza, tomaré café y quizás un argumento de novela ingrese en mi cabeza para depositarlo en palabras mañana por la tarde.
Como una paz sin acuerdos
está pasando la tarde.
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