Que es la lumbre del sol más poderosa/y agrada más naciendo en Oriente/que cuando se nos muera en el Ocaso. Estos son versos de un tal Francisco de Rioja. Los amaneceres, que yo no veo nunca porque las pastillas que tomo me tienen arrinconado en la cama hasta las 10, vivifican el alma y el cuerpo. Si yo me levantara a las 7 de la mañana, fumaría muchísimo, no le veo la ventaja a ver el sol naciente del Oriente. Poderosa es la luz del sol durante todo el día, no nos abandona aunque se esconda en envidiosas nubes. El sol triunfante nos trae la vida, el verdor de las plantas y un no sé qué de aventura entre amorosa y vacacional y veraniega. El Ocaso siempre es símbolo de muerte pero los ocasos en una cumbre, allá el horizonte, con una bebida en una terraza de un hotelito de la sierra tiene mucho que decir.
El sol es la vida, es el que nos contempla amorosamente,
como un dios que velara eternamente por nosotros.
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