miércoles, 16 de abril de 2025

 Secar al sol nuestra alegría mientras estamos en una especie de hospitales para sanos. Dormir un montón sin ver el amanecer que nos redunda en horas vividas, en horas que se van sin ver algo nuevo. Montar en un autobús e ir a un barrio pobre del sur donde las fábricas ya dejaron de fabricar. Estudiar la manera de escapar de este doble o sencillo que no va a ninguna parte. Hacer un milagro al devolver el habla a un autista y luego rezar y rezar en un piso sucio y antiguo. Los personajes que creé ya no no los conoce nadie, nadie los conocerá hasta después de mi muerte si alguien los lee, que lo dudo mucho. Ahora estoy trabajando en un personaje que es una boliviana que trabaja en un bar y otro que da la vuelta al mundo en 20 días. Ojalá me salga bien. Daría el brazo izquierdo por que un libro mío apareciera en las librerías y no ese de "La habitación de las amapolas".

Que me levanten las mañanas o me quemen vivo.

El resurgir del mundo está a 300 kilómetros de aquí.

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