martes, 15 de abril de 2025

 Arrodillado frente a tantos días perdidos sin hacer mi voluntad, me da miedo ir a la tumba sin haber contemplado el mar que llega de camino, la playa inmensa de arena que se tienda a mis pies. El dolor de no recorrer una larguísima carretera hacia no se sabe dónde, charlando de no se sabe qué, riendo a toda pastilla, poniendo una problemática el conductor y poniendo una problemática el copiloto que se resolverá entre los kilómetros que se recorran con paciencia y buen humor. El año pasado fui a Burgos. Me gustó Burgos pero Burgos no tiene mar. Este año a ver si se alinean los astros para que yo vaya a algún sitio, a algún destino que mi voluntad forje entre la mochila y las ruedas, entre los kilómetros y el salitre.

Que despierte todo a la redonda.

Y que yo vea luz en algún camino.

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