He hecho café y he tomado un vaso de ese café con un poco de leche. Es el café del común de los mortales. Es el café del idilio de estar en casa y fuera llueve. Hay que tener la actitud de que lo vamos a pasar bien, de que todo en este mundo está puesto para nosotros, para que lo disfrutemos. La gente ya no me dice nada, pero continúa una corriente de humor hacia ella en mi espíritu. La gente es graciosa, ríe constantemente, hace chistes, ve la vida como un gran teatro donde hacer el mejor papel. La gente es sabia porque no da importancia a esta vida impuesta. En la vida hay que inventar situaciones que no vengan dadas por otros. Así disfrutamos de la vida: inventándonos situaciones que queremos que salgan así, somos como directores de teatro y actores al mismo tiempo. Somos algunas veces como los que dirigen la vida y no al revés, somos esos títeres que se rebelan y dicen y gritan y chillan olvidándose del guion. Somos tierra fértil para la expansión de nuestros espíritus, somos la sal del guiso, somos santos como esta semana que viene.
La lluvia para intenciones.
Pero hay que salir, escapar y pasarlo bien.
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