viernes, 11 de abril de 2025

 Antes, cualquier ciudadano, viandante, individuo que veía me parecía digno de una ensoñación literaria. Ahora, eso ya pasó. Ya no me emociona el ser humano como motivo de ponerme a escribir. La gente pasa y la veo y ya no me dice nada. Era bonito ver a uno en la taberna de mi pueblo y pensar en un relato de su vida que yo podría inventar. También me sentaba en una terraza de algún barrio después de dar clases y la gente me emocionaba poéticamente, librescamente. E inventaba algo a merced de su observación con mi ojo de novelista que yo quería ser. Luego, escribí un par de novelas y me di cuenta de que un escritor no escribe de lo que quiere, sino de lo que le dicta un guion. Y ahora, no siendo algunos tipos raros que veo por Madrid, ya no me llama la atención el común de los mortales.

Antes, ahora. Antes, ahora.

Menuda mierda.

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