Había una chavala de cuarenta y pico tacos que había quemado su vida en Madrid. Entonces esta chica se va a su tierra en busca de un antiguo amor de sus dieciocho años. Todos le aconsejamos lo mismo: que no creyera que ese amor adolescente sería ahora el mismo. Esta chica es muy romántica. Cree ciegamente en su amor pero no se da cuenta de que el amor es difícil en estos tiempos. Pasa unos días en su tierra y no se ve halagada por el amor que viene persiguiendo. Se frustra. Su amor fantasioso acaba pronto. Se va a casa de sus padres a llorar. Sus padres no saben qué hacer. La chica debe volver a Madrid a trabajar. Solo la consuela un hijo que tuvo en juventud. Deja la tierra amada muy triste pero lo cotidiano va borrando la huella de ese amor antiguo.
El amor no tiene sombra, todo es luz.
Pero no si lo soporta solo una parte.
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