Hay que ver las gentes que contiene la ciudad. La ciudad es como una sopa agridulce de unos fideos únicos e irrepetibles. Me levanto por la mañana y salgo a la calle, la calle de la ciudad, y veo gente que no he visto nunca en mi vida. Y mañana también veré gente desconocida y pasado mañana y al otro. La ciudad contiene su propia disgregación poblacional, su desconocimiento entre las gentes. La ciudad está llena de inmigrantes, para lo bueno y para lo malo. La ciudad está llena de gente de Burgos o de Albacete. Los inmigrantes no saben ni de Albacete ni de Ciudad Real. Los inmigrantes solo saben de Madrid, Barcelona y Valencia, otras ciudades grandes. La gente que habita las ciudades vive sola entre una gran multitud que nunca llegará a conocer. Voy a beber agua.
Las dunas del desierto cambian.
Así las gentes, así las multitudes.
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