martes, 8 de abril de 2025

El viento sur trae colmillos, abejorros y semillas de palmas a este erial de ideas, a este viejo circo de gentes ignorantes. Es ya una costumbre de este viento caliente llevar en su seno cosas extrañas, limosnas oscuras, fe de miles de años. Este viento arranca en África, en la África más desconocida, donde la gente negra se amontona en los raíles del tren con sus tiendas y sus corazones olvidados. Hay un señor polaco, creador de un libro llamado "Ébano", que sabe de este viento, de cómo surge y de cómo avanza hacia el norte todos los veranos. El calor es inmenso en África central, así como los gobiernos corruptos, como las mujeres encinta, como los monos subidos a los árboles. Todo es inmenso en África. Y el viento sur arranca la inmensidad del continente y lo traslada a estas ciudades que mueren de aburrimiento a la ribera de ríos minúsculos como el Manzanares.

Se levanta el aire.

Y se calienta camino de Gibraltar.

 El Nobel de literatura decía: "yo solo escribo historias. No sé de política ni de Historia con mayúscula, ni de ciencia. Pero creo que el Bien, al final, triunfa sobre el Mal". Este Nobel pasó 5 años sirviendo en la Royal Navy y participó en el desembarco de Normandía. El Mal eran los nazis. Escribió un libro que leyeron cinco millones de personas. Este escritor decía que le gustaría ser leído después de muerto y así fue. En sus libros aparecían niños y le gustaba presentarlos en una situación extrema, como aquellos que eran náufragos en una isla desierta. Dicen que se emborrachaba y pegaba a su mujer. Murió de un infarto creo que en el año 93. Se llamaba Golding, William Golding.

Vivir una guerra, reflexionar sobre el Mal, escribir de ello.

Y ganar el Nobel.

 Hace mucho tiempo que no veo a un amigo que decía que se iba a ir a un pueblo abandonado de Zamora. Me lo imagino despertándose tarde, ya que la tranquilidad, el silencio y el abandono favorecen el descanso. Luego, iría a la huerta, una huerta que le da de todo. Solo comería carne dos veces a la semana, cuando fuera a otro pueblo más grande, pero suficientemente distante del suyo como para ir solo los fines de semana. Se tiraría las tardes contemplando un pequeño riachuelo, el cielo en lo alto, las casas abandonadas y caídas, donde hubo historias. Y pasearía por las calles del pueblo abandonado cruzándose solo con Demetrio, que no le habla ni le hablará nunca porque mi amigo ha venido a alterar la tranquilidad que había en el pueblo antes de que llegara este intruso, este otrora habitante de la ciudad, este amigo mío al que ya no veo nunca. Debe de haber cumplido su deseo y estar en ese pueblo. Mi amigo se llama Arturo y cuidó mucho tiempo de su padre. Estaba pendiente de comprar un piso para el cual no tenía dinero, así que la solución fue una casa en este pueblo. El pueblo calla, el pueblo guarda silencio siempre.

Un pueblo abandonado.

Sin televisión, sin internet, sin móvil. Se masca el silencio.

lunes, 7 de abril de 2025

Después de que hablara por la televisión el presidente, se hizo un puro silencio en la casa. Ni el perrito de lanas rompió ese silencio. Todos anduvieron por casa como tanteando las palabras que habían oído, como midiendo el alcance que podrían tener. Y comieron en silencio. Y el silencio se instaló en la casa por días y días de incertidumbre. Hasta que el padre dijo lo siguiente: nos iremos de aquí. Y todos aceptaron con silencio puro, con una ansiedad que tenían dentro. Y cogieron el coche y todo fue silencio. Solo se oían las ruedas del coche recorriendo el asfalto. Y llegaron adonde tenían que llegar. Y ya no hubo silencio pues allí había familias que también pensaron lo mismo. El mismo sitio al que acudir. Y ya charlaron sobre el mundo con más valentía.

A lo mejor hay que marcharse un día

porque dijeron algo muy serio en el telediario.

Rodrigo era un chico joven que veía el mundo y el esfuerzo que hacía el mundo para complicarlo todo. El veía que debía esforzarse pues creía que venían días malos. Estudió con ahínco mucha informática e inglés y unos rudimentos del idioma chino. Y sin dudarlo, cuando cumplió 20 años, se fue a China. Allí, esos rudimentos del idioma que aprendió, aumentaron hasta poder llevar una conversación normal con cualquier chino. Le colocaron en un puesto maravillosamente bien pagado y vio pasar los días, días confusos en los que todos los países se querían imponer a los demás. Y llegó el momento en que China armó a sus ciudadanos y los impulsó más allá de las fronteras. Un ejército temeroso por numeroso (100 millones de chinos). Y los chinos invadieron el mundo. Y ya no había dudas ni confusión. Rodrigo estuvo en la retaguardia preparando esta invasión del mundo por China. China se expandió. Primero militarmente y luego, comercialmente. Y hubo un cruce de razas con los chinos. Y todo fue chino: la comida, el idioma, las costumbres, etc. Rodrigo vio bien dónde estaba el poder. Y estuvo del lado del poder aprendiendo el idioma del poder.

China puede ser la que lidere el mundo.

China es inteligente y fuerte y pobladísima. Ojo.

 Andan días inciertos. Cada país va a su interés. En España se reduce el gasto social para preparar el gasto de rearme. Como todos desconfían, todos se rearman. Un ejército europeo es la meta. En poco tiempo. Están los tiempos confusos pues ya se acabó la era nuclear y empieza otra era con protagonistas distintos y ya no todo depende de la destrucción total que conservaba la paz mundial. Antes, estaba asegurado el aniquilamiento total de la humanidad si alguno daba un paso hacia la guerra. Rusia y EEUU eran los bloques que aseguraban la paz a base de las armas nucleares. Hoy en día hay otra postura, otros planteamientos. Rusia ha intentado invadir una democracia. No le ha salido bien la jugada. Menos mal. Tres años de guerra y la frontera es la misma más o menos. EEUU invadió Irak. Así, Rusia ha intentado invadir Ucrania. La disuasión de las armas es a lo que aspiran Europa, Rusia, China y EEUU pero todo está muy confuso, muy confuso.

La guerra fría ha desaparecido.

Hay guerra en Europa: convencional, de trincheras.


domingo, 6 de abril de 2025

 La rosa química florece de ansiolíticos acuosos. Ya va entrada la primavera y la hipotimia y el dolor de mirar al sol y a las nubes como eternos enemigos. A veces se nos despierta bajo las axilas el dolor de ser nosotros y no un vecino que no piensa, que no agudiza el ingenio para saber quién es, quiénes somos, qué hacemos aquí, en este sembrado de cabezas de ajos, decía mi madre. No respira bien el que tiene inquietudes, el ser pensante y por tanto, se ahoga. Se ahogan las ganas de comprender esta loca posición en el universo, esta sucesión de estaciones y estados, esta calcomanía del mundo que llevamos tristemente en nuestras cabezas. Y todo durará un instante. Y los extraterrestres nos miran con incredulidad desde sus telescopios. Dicen entre ellos: qué seres más raros. Y procuran estar lejos de nosotros lo más posible.

Ningún ser humano entiende el mundo por completo.

Pero, ¿hay alguien que entienda al ser humano?

 Colillas en el cenicero. El libro de historia contemporánea y el de psicología social. Libros de poetas, de novelistas, de lentas líneas, el diccionario de sinónimos y antónimos, biografías, refranes, un libro de ensayo sobre la violencia de Luis Rojas Marcos (jefe de psiquiatría de NY). Y luego el ordenador y luego, yo. Pían los pájaros con desinterés más allá de la ventana. Escribo. Quizás escriba sin muchas ganas, sin ser el tema de escritura muy allá, sin saber casi que escribo. Escribir es un misterio de la vida. ¿Por qué o para qué se escribe? Comí naranjas podridas, palomas salitrosas. El mundo es tan grande que el ser humano no lo entiende. Así nos hizo Dios: hombres y mujeres que buscan en el mundo respuestas que no se les dan. El que quiera saber sabrá casi lo mismo que el que no sabe nada. Porque, como dijo el filósofo, solo sé que no sé nada. Quizás vaya a beber agua.

¿Para qué queremos saber un poco del mundo?

Será para justificarnos en el mundo.


 Hay que ver las gentes que contiene la ciudad. La ciudad es como una sopa agridulce de unos fideos únicos e irrepetibles. Me levanto por la mañana y salgo a la calle, la calle de la ciudad, y veo gente que no he visto nunca en mi vida. Y mañana también veré gente desconocida y pasado mañana y al otro. La ciudad contiene su propia disgregación poblacional, su desconocimiento entre las gentes. La ciudad está llena de inmigrantes, para lo bueno y para lo malo. La ciudad está llena de gente de Burgos o de Albacete. Los inmigrantes no saben ni de Albacete ni de Ciudad Real. Los inmigrantes solo saben de Madrid, Barcelona y Valencia, otras ciudades grandes. La gente que habita las ciudades vive sola entre una gran multitud que nunca llegará a conocer. Voy a beber agua.

Las dunas del desierto cambian.

Así las gentes, así las multitudes.

 La mujer que va sonriendo por los pasillos del Gran Plaza II. El divorciado al que se le ha diagnosticado cirrosis y ahora toma coca cola. El hombre que pasea al perro todas las mañanas por el mismo sitio. Esa mujer que veo por las tardes por el parque, también paseando al perro. Nosotros, que también saboreamos a veces ese sentimiento de estar solos. La familia de cuatro miembros que también funciona como una célula humana transitoriamente sola. Ese que, aunque esté rodeado de familiares, ninguno de ellos nota su individualidad, su peculiaridad y esto hace que se sienta solo también. Hay tantas soledades como individuos a los que no se les reconoce su singularidad. Y la soledad es mala si no se lleva querida, si no se lleva bien. Voy a beber agua.

Un ser solitario no es lo mismo que un ser solo.

Al mundo se viene a conocer gente.

 Si el signo de los tiempos es la globalización, todo lo que sea ir en contra de ella es un atraso y un impedimento para el crecimiento mundial. Y, además, se están creando bloques de países con intereses económicos, no con la finalidad del bien común de los pueblos. EEUU ha dejado de moverse por el mundo aliado a Europa y escoge a un tirano como Putin como compañero de juegos financieros. Es malo que Trump y Putin se lleven bien. Son dos megalómanos absurdos que usan a sus respectivas naciones para "brillar" en el mundo. Trump primero crea los aranceles y luego dice que quiere negociar. Es algo estúpido en sí mismo. A los pueblos todo se les encarece por culpa de una visión alicortada del presidente de la nación más rica de la Tierra. Ya hay manifestaciones en NY contra Trump y sus colaboradores. Las bolsas han caído mucho. Todos estamos perdiendo. Nadie gana con el proteccionismo en un mundo que va rompiendo fronteras. Voy a beber agua.

La democracia mundial rompe fronteras e invita a crearse otras democracias.

Pero la democracia norteamericana se equivoca, se cierra, se aísla.

sábado, 5 de abril de 2025

 Miro por la ventana. Hay un bloque de viviendas que pertenece a una urbanización con piscina. Hay una urraca en los olmos que está haciendo un nido. Las primeras horas del día, yo no las he vivido, me levanto tarde, a eso de las 10. Se oyen algunas conversaciones de vecinos. La mañana va avanzando. Ayer estuve en un gran centro comercial y me llamó la atención una señora que iba sonriendo mientras miraba las tiendas porque iba sola. Luego, yo hablé con mi amiga de la soledad. Es un tema muy traído y llevado este de la soledad. Yo creo que a nadie le gusta sentirse solo a pesar de que hay gente que sonríe, sola, en un centro comercial. Los centros comerciales agrupan a muchas gentes. Cada una con su rollo. Dice un refrán moderno: hay que joderse, todo el mundo va a su rollo menos yo, que voy al mío. Y así es. Todos con un rollo. ¿Qué será ese rollo? Voy a beber agua.

La soledad deseada es fuente de inspiración.

La vida, también.

 El tiempo que yo fui novio de alguien, o tuve pareja, como se dice ahora, di muchas vueltas los fines de semana. Recuerdo paseos por Segovia, alrededor del alcázar siguiendo un río, lleno de huertas. Recuerdo ir a Navacerrada, todo nevado. Recuerdo pasear por La Granja de San Ildefonso. Recuerdo hasta haber ido a Chinchón, un sitio casi perdido. Dimos muchas vueltas mi pareja y yo. Ayer vi a mi pareja, que ahora tiene una perrita que ladra a los niños. Ayer me sentí extraño con ella, como si la comunicación no fluyera, como si no estuviera yo en conexión. Bueno. La vida trae y lleva a la gente con la que estuviste y estás ahora. La vida es como la resaca del mar, no sabes qué depositará en la playa después de haberse engullido algo. Voy a beber agua.

Esas vueltas que se dan, esas que vuelven.

Melancolía.

 Me estoy leyendo un libro que quiere ser una guía para los escritores. Es del escritor Stephen King, el autor de "Resplandor" y "La milla verde". Las dos llevadas al cine. Este hombre nos habla en su libro "Mientras escribo", de cómo ha de llevar el tema de escribir una novela. Es muy ingenioso el tipo este. Cuenta cómo tuvo dos hijos al entrar en la universidad. Cómo se ganaba la vida en una lavandería mientras escribía y mandaba cuentos a las revistas de moda. Su primer éxito fue "Carrie", una novela sobre bullying en un instituto de enseñanza secundaria. Ganó 500 dólares de entonces por ella. Se aficionó a la coca pero pudo dejarla. Se aficionó a la bebida pero también pudo dejarla. Todo gracias al gusanillo de la escritura y también porque su mujer le dijo que, si seguía así, tendría que dejar el hogar y buscarse la vida él solo. Este libro que leo, que se llama "Mientras escribo", da muchas pautas sobre cómo organizar el tiempo de escritura, cómo buscar agentes literarios de fiar, cómo presentar una novela ante una editorial, etc.

Escribir:

ese oficio mal remunerado pero no en el caso de Stephen King.

 Otro sábado más, otra muesca en el tablón de los días que pasan iguales. Dice mi hermano que así como nosotros, viven todos los demás. Lo que pasa es que en nuestra vida no hay ambiente de nada. Suele haber un aburrimiento, un plan lento del paso de las horas. Hablo demasiado en este blog del paso del tiempo. Ya habló del paso del tiempo en 7 tomos de 500 páginas cada uno el escritor Marcel Proust en "A la búsqueda del tiempo perdido". Conocí a una chica en la universidad que se los había leído todos. Andamos con el bolo colgando, andamos torpes de emociones, andamos por andar a veces, no animados por el paisaje del camino, siempre el mismo. Voy a beber agua.

El tiempo, los tiempos, la vida.

Todo se agota, todo es un gasto, todo concluye.

miércoles, 2 de abril de 2025

 La palabra es como una ardiente campana que sonara a un arrebato dulce. Los pájaros del cielo hunden su vista en tierra, la vigilan y la comprometen a ser dadivosa. Es muy fácil caer en la sinrazón de la macabra fiesta de un chivo, pero debemos acudir siempre a los momentos de salutación del optimista. Y pasar el tiempo jugando al ajedrez como don Sandalio, como Karpov y Kasparov, como esos Bobby Fisher del telón de acero. La vida va pasando, pasando y no ofrece consuelo al pobre que ya se alía torpemente con la pobreza para siempre. Es mejor andar y andar y pisar acera y pisar asfalto y dejarnos alumbrar por la luz que se cuela por las calles, por los orificios tenues de las calles lentas.

Dormir en la sombra y ser un desconocido.

Esa es la situación a evitar.

Suelo sentarme o tumbarme a meditar. Para meditar, pienso siempre en la Plaza de España de Madrid. Me imagino las gentes que andarán por esa zona de la capital. Y luego, me vienen pensamientos e imágenes que pasan y se van rápidamente. El fin último de la meditación es no pensar en nada. Así llega a la mente el daimon del que hablaba Sócrates. Deberíamos todos meternos en una habitación durante media hora y descansar la mente y no pensar en nada. Eso lo dice Paracelso, un médico antiguo que descubrió muchas cosas sobre la mente y el cuerpo humano. Cuando descansamos la mente, la mente se regenera, se carga de relajación, se vuelve más tranquila y va más lenta.

Meditación:

algo que nos viene bien para la mente.

 Yo quisiera que mi hermano no vuelva a ingresar en el hospital. Se hace dura la enfermedad cuando empieza a dar signos de los delirios y las cosas que se le ocurren cuando está malo. Me insulta y me pone nervioso. Hace cosas raras. No se le puede dejar solo. El año pasado por estas fechas, mi hermano y yo sufrimos los síntomas de la enfermedad. Uno cuidando del otro. Yo hice muchas tortillas francesas. Yo me chupé toda la programación del 2 de mayo en Madrid. Y el cinco de mayo, por fin, mi hermano ingresó. Una psiquiatra negligente tuvo mucho de culpa. Yo andaba por ahí y no me di ni cuenta. Ahora estoy más pendiente de mi hermano. Hemos ido a Madrid bastantes veces. Hemos paseado. Hemos hablado mucho. Hemos dejado la asociación. Tenemos mayor salud mental. Si no fuera por estas cuatro esquinas que andamos siempre.

A mi hermano no le afecta la rutina.

A mí, sí.


 Yo me pregunto a veces si una persona puede estar en un mismo sitio todo el tiempo sin sufrir algún trastorno mental. Por eso se dirá que de vez en cuando, es bueno cambiar de aires. Estar aquí sin posibilidad de estar allí durante un rato, debe ser malo. Ver las mismas cosas siempre cansa, duerme los ojos y el cerebro, entontece la imaginación. Por eso se habla tanto ahora de una escapada, de salir de la rutina diaria. La vida no debería ser sota, caballo y rey desde que se levanta uno de la cama. La vida tendría que tener el aliciente de la lejanía y de lo desconocido. Ir a la nieve, por ejemplo, aunque solo sea para contemplarla, ir al campo mediante esas casas rurales que se anuncian ahora. No sé. Salir. Ver cosas. Largarse del ladrillo y del cemento.

El bosque, el río, la montaña, la nieve.

Novedades lejos de la ciudad.

martes, 1 de abril de 2025

 Conozco un amigo que se desternilla (no destornilla) con mis chistes. Es gallego de raíces vascas. Es un buen señor, ya mayor, aunque se siente joven. La verdad es que ese tío se lo pasa bomba viendo un canal de DMAX en el que salen familias que viven todo el año a 30 grados bajo cero. Lo dice así, aspaventando con la mano: ¡30 grados bajo cero! Y está escribiendo una novela que se va a titular "Podredumbre" y se trata de sacar a la luz toda esta sociedad podrida en la que vivimos, empezando por el mundo del fútbol. Este hombre odia el fútbol porque dice que los jugadores son todos millonarios. Y no hay derecho. La verdad es que este hombre ha vivido una vida rica en acontecimientos no muy decorosos algunos pero ahora parece contento con su vida. Este hombre dice "aspeto", no me gusta el aspeto que tiene tu bocadillo y también dice perfeto, me parece perfeto que quieras a tus hijos.

Un hombre, unos avatares, unos conocimientos, una personalidad.

Una mujer, unos avatares, unos conocimientos, etc.

 Si nos ponemos muy brutos, todo es señal de la muerte. Un reloj, por ejemplo, que nos cuenta el tiempo. Un hijo, que va haciendo viejo a los padres. Los muros del colegio donde estudiamos un día. Un cementerio. Una iglesia que siempre ha estado ahí, quieta, pero nosotros hemos estado cumpliendo años. Los cambios de la ciudad o del pueblo (tiendas y casas que se derriban y se hacen otras). Las cigüeñas que hacen su nido en la iglesia de ese pueblo, pueblo que ha ido cambiando mucho a lo largo del tiempo, ese vecino que ahora ves con cara de mayor, que antes no tenía. Esas enfermedades, esos cigarrillos en el cenicero, esas ganas de decir a la gente que ya no quieres seguir cumpliendo años, como dijo una del pueblo que se fue a Madrid hace mucho tiempo. Ese, no sé, ese tránsito invisible que casi se ve en el espejo cada mañana. Y no hay que asustarse. La vida es así. Si no pasara el tiempo, no podríamos vivir.

El paso del tiempo:

tema de la vida, de la literatura, de los curas, de las películas, de nosotros.

 Escribo blogs aquí que tratan de la literatura por la literatura; esto es, escribir sin referencias a la realidad y tratar de que salga algo curioso en cuanto a significado y sonido de las palabras. La primavera pisa a fondo el embrague para que metas la quinta, con el sol como destino, con el sol como único testigo de tu conducta ágil y quimérica. El calor nos vuelve a todos como a las espigas, que surgen del invierno granadas y cachondas. El calor arrulla, muerde la carne, la vuelve más mercancía que nunca. El calor enseña lo que tapaba el frío hace poco. Y luego llegan los encuentros, las carnes que se arrebujan, los deseos que se cumplen. Y, como decía un amigo mío, surgen más cuernos de los que nadie supone.

El calor, todo a la vista, todo es un mercado, todo brilla.

Cojamos de lo que hay sin robárselo a nadie.

Resulta que me compré hace años un reloj digital con termómetro, brújula, señales horarias de todos los países, etc. A la hora de cambiar la hora, no he sabido ya hacerlo. Entonces, hemos intercambiado los relojes mi hermano y yo. Pero a mí no me gustan los de manecillas así que me compraré otro reloj sencillito de Casio pero que tenga algo de diseño, no uno de esos que llevé instituto tras instituto señalándome los segundos que faltaban para que tocara el timbre. He ido a una relojería de la Gran Vía de la ciudad pero no tienen lo que quiero y me ha dicho mi hermano que hoy me lleva a Gran Plaza II a comprármelo. Decía mi madre que ella no podía estar sin reloj. Ni yo tampoco. Tengo yo un cuento que sitúo en la Gran Plaza esa y no está mal del todo. Es de mucha intriga.

Un inconveniente:

El cambio de hora, el insomnio que me produce y andar sin reloj.