Hay un olor a gasolina y a hierba. Hay un ruido persistente junto a los álamos. La luna ya dio su luz del disco suyo impotente. Las manos recorren el teclado sabiamente. En Segovia, quizás en Ávila o Valladolid, la gente se despereza frente a las fuentes del ayuntamiento y luego, toma café. El café se derrama, tiñe la leche, da su olor característico a la mañana. Los presos en la cárcel no se creen su condena, creen que estarán menos tiempo encerrados porque se portan bien haciendo bolígrafos y cuentas de colores. La viga en el ojo del otro es la viga que tenemos nosotros en el nuestro. Mira qué bien salió todo, no lo esperaba, no lo deseaba y ya está hecho.

Esto se dice mucho:

hay que vivir la vida como viene.