jueves, 22 de mayo de 2025

 La paz nocturna del nido allá en lo alto se rompió con las urracas blanquinegras que anunciaban desgracias. Yo me vi enlazado a las terminaciones que llegan a la carne y al corazón que late. Pronto, sin darme cuenta, mi adivinanza de la mentira hizo que me diera cuenta de que tanto el que vivía lejos y no llamaba como los que vivían cerca pero me ignoraban, eran falsos. Bueno. Voy a aligerar este tono melodramático y a hablar de otras cosas: los automóviles van rodando y rodando. Me llegan ruidos, siempre me llegan ruidos. La pena del corazón no se arregla con una laña. Y ya está. No escribo más. Me cansa la altura de los aviones en que no viajo.

Mira qué cosa tan linda.

Que quiere bailar.

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