Cogí entre mis manos un poco de arena casi maternal. Seguí los pasos de los juglares antiguos que ganaban el pan cantando gestas de los héroes e historias de santos y de la virgen María. Yo escribo para pasar el rato aquí, en casa metido, con un zumito mil frutos 10 vitaminas. Iba yo a echarme a andar, todo preparadito de queso y pastillas y lo he pensado mejor. La vida se sonríe medio tonta tras el ventanal del comedor. No es lo que quiere Dios para mí. Lo que quiere Dios para mí lo sabemos Dios y yo. Me senté en una butaca, abrí un libro por la página 33 y seguí leyendo.
Dios abre un camino
y cierra todos los demás.
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