En los institutos había este procedimiento: poner un parte. Si un alumno se comportaba mal, le ponías un parte. Había que parar la clase y escribir qué había hecho ese alumno, ese chico, ese aprendiz de adulto. Ponías: "Fulano de tal me ha insultado" o "fulano de tal ha roto el ritmo de la clase". En fin. Yo no sabía qué ponía. Me daban asco los partes porque no iban a ninguna parte. A mí, una profesora del instituto "Santa Eugenia", me llamaba constantemente crack. Que yo era un crack. No me lo creía. Al revés, pensaba que lo estaba haciendo mal. Siempre pensaba que lo estaba haciendo un poco mal, que mis clases eran un tanto desastrosas. Bueno, luego me largué de ese instituto y di con mis huesos en otro y en otro. Y las velas a la virgen se iban consumiendo.
Los alumnos me han dado mi razón de ser por un tiempo.
Ya no hay alumnos hace mucho tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario