viernes, 23 de mayo de 2025

Me despertaron del invierno dos urracas. Las he callado ahuyentándolas con el mango de un cepillo de barrer. La vida ya transcurre en sumo aburrimiento, mejor que en ese vaivén de graznidos. Creo que he sido discreto, muy  discreto. La vida ya se ciñe a unas horas tranquilas. Ya no pasearé por la calle lamentándome de mí mismo. Estas dos urracas me desasosegaban, me hacían pensar en cosas malas y me llenaban los bolsillos de cosas feas. Pero ya he descansado, ya vino la revuelta, ya el camino es más llano. Quizás me acerque a la iglesia y ponga una velita a San Antonio, allá en mi pueblo.

Hoy he dormido muy bien.

Mis espaldas crujen de placer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario