La indigencia mental es casi peor que la indigencia económica. Quiero decir con indigencia mental que no se está bien de la cabeza. Lo malo es que la indigencia económica a veces conduce a la indigencia mental. O sea, los mendigos se vuelven locos porque ni tienen dinero ni tienen afectos. Un mendigo está solo. No solo sino que a veces tiene que pelear con otro mendigo por un puesto o porque estaban borrachos. Los mendigos, para soportar su día a día, se alcoholizan. Los mendigos no tienen a nadie a quién contar sus problemas. Sus problemas es que han llegado adonde están por una mala suerte que te cagas y porque no han sabido gestionar su vida económica. Se lo han gastado todo. Y se han arruinado. Y nadie les ha ayudado en su momento.
Una mala gestión de nuestro patrimonio
lleva a la ruina.
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