Cuando he leído novelas, lo he hecho quizás en situaciones desfavorables como en un vagón de cercanías, con más hambre y disgusto que otra cosa. O en los institutos en horas libres en el departamento de lengua. Yo corregía dictados de los alumnos a mansalva. Podría dictar: "la habitación bella del huésped nuevo daba a la selva de abedules nobles". Y así, trabajar la b y la v. Se lo ponía difícil para que aprendieran. Y luego, leía. Y me da mucha rabia que ahora no me acuerdo de nada de lo que leí. Sobre todo, leía a Galdós. Y me fastidia no saber nada de la trama de esas novelas porque las leí en unas condiciones casi duras de llevar entre alumnos y oposiciones y las clases. No sé ni cómo conseguía leer algo entre tanto fragor académico. Había una profesora en Santa Eugenia que me decía que yo era un crack. El verdadero crack era ella, que imponía un orden en sus clases que yo envidiaba enormemente.
Las clases, los chavales, el profesorado...
qué locura.
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