Iba andando por la calle muy irritado. Toda conversación de la gente le dolía moralmente. Pensaba que la gente era mala. Miraba aquí y allá y todo le disgustaba: los anuncios, la casa de la cultura, le dolía hasta la acera que pisaba. Y llegó a casa y le dijo a su hermano que estaba mal. Lo hablaron. Le dijo su hermano: yo ya he visto que andabas mal con esas dos, que estabas raro. Me dijo también: tómate una tila si estás nervioso. Después de tomarla, se sintió mejor. Luego, siguieron hablando y hablando. Y le dijo su hermano también esto: bloquéalas. Y las bloqueó del móvil. Ese día iban a echar la lotería. Ya no fue, se quedó en casa. Y se sintió mejor. Y al día siguiente, dieron un paseo el hermano y él. Un eterno paseo que le pasmó el corazón paso por paso.
Las emociones malas hay que atajarlas.
La irritación es una de ellas.
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