Con el deseo azul del viento que corre a tu falda y a tu blusa, yo querría hacer un monumento a tu cuerpo. Un monumento de viento efímero. Un decir aquí estás y me gustas. Un bullicio de vientre de hombre que te requiere. Las mujeres tienen algo que remueven a los hombres al placer. Las espaldas de las mujeres embrutecen a los hombres poderosamente. Las manos de las mujeres son delicados arco iris de delicias. Los brazos de las mujeres también incitan a los hombres a cogerlos, tenderlos como un arco, aprisionarlos fuerte. Y los cabellos, cuando bajan como cortinas por el cuello femenino. Y los ojos y los labios. Y la frente y el cuello. Todo dice en la mujer: soy tu deseo.
La mujer.
Las mujeres.
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