Tu alma tibia, con el dolor de Apolo detenido en la sien, no me dice nada todavía. Eres un caos de persona que se duerme viendo programas estúpidos de televisión, que tiene que estudiar hasta los fines de semana, que se da caminatas agotadoras, que se echa siestas de cuatro horas. Pierdes el móvil, pierdes la cabeza y no sabes dónde la has puesto, gastas sin control alguno. ¿Adónde llegarás con tanto desorden en tu vida? Un día te pasará algo grave, no como el cagar de tu perrita y no sabrás qué hacer. No volveré a llamar a tu caos nunca más. No seré yo quien te ofrezca compañía para romper tu soledad de laberinto.
Como dijo Ghandi:
Me lavo la cara. Me seco. No encuentro las gafas. Eso es desorden.
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