domingo, 25 de mayo de 2025

 Andan sospechando. Llaman cuando te sale una llaga en el brazo, a ver si es grave. Llama su retoño, que nunca llama y quizás desee que sea grave, que sea mortal. Luego, cuando ya estás curado, se olvidan de ti para cuando te vuelva a salir otra llaga. Y vuelven a llamar. Pero nunca ayudan, eso no va con ellos. No visitan encarcelados ni enfermos. No hacen favores porque, simplemente, no saben. Se fijan en tus zapatos porque no son de verano y en una mancha que tienes en el pantalón. Ellos nunca enferman, nunca son débiles. Pero andan por la calle como seres inermes, estrafalarios, con un mohín en la cara que ahuyenta al más valiente.

No te ofrecen su coche, no te ofrecen su tiempo.

Pero llaman a ver si te estás muriendo.

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