Entre la precipitación de verme libre, encontré amistad en alguien sorprendente. Y duró unos días tal situación de verme extraño ante un cuerpo. Y la vida sonrió de tal manera que ni yo me lo creía. Pero luego todo volvió a minutar el tiempo con pesadumbre. Y ya no hubo más que un olvido dormido en mi costado. El bien, como llegó se fue y me quedé en mi casa con las mismas paredes asomándose a mi rostro. Y me largué a Madrid en busca del olvido. Y vi figuras que parecían genios de todo lo que sabían. Y el autobús de vuelta de la capital era verde, de un verde intenso y monocromo.
Quizás he conocido la sorpresa.
Quizás ya ha huido en un pequeño pasado.
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