He estado en la biblioteca y he leído los periódicos. Dice uno de ellos que la gente gasta en demasía, se empeña, con tal de hacer lo que hace el vecino: irse de vacaciones. Luego, dice ese diario, llegan los sablazos inmundos, las falsas lamentaciones (ha dicho que un señor, con tal de recaudar dinero, se inventa que su hijo tiene una enfermedad incurable) y los rollos familiares chuscos, como que un hijo no se hable con su padre por no prestarle dinero. Así que parece muy angelical esto de irse de vacaciones pero luego llega Paco con las rebajas y el otoño resulta calentito. A veces, los turistas no tienen qué dar de comer a sus hijos o comen patatas durante un mes. Y es que en la vida no hay nada gratis, parece ser que todo se paga y las vacaciones también.
Llegó quedo tu paso, como la ceniza que cae del cigarro.
Y tú te llenaste de suciedad al lanzar tu quejido demasiado hondo.
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