Decimos en España de algo bueno que es envidiable. ¿No hay mejor adjetivo como inmejorable, colosal, genial, insuperable...? La idiosincrasia de los pueblos es la idiosincrasia de los pueblos. Ya dije un día que el 70% del Quijote es diálogo. Acaece en ese libro una aventura y luego renglones y renglones de comentarios entre amo y criado; o sea, D. Quijote y Sancho. Tanta importancia tiene el diálogo en ese libro, que, cuando Sancho mete la pata una vez diciendo algo impropio de Dulcinea del Toboso recibe un lanzazo en el hombro, que, si se le diera en la cabeza, lo matara. Y concluye D. Quijote que no hablará más con Sancho. Una legua más tarde de andar en silencio, Sancho habla y dice que él no es para estar callado, que, si no, se va con su costilla al pueblo. Y empieza otra vez el diálogo. El caso es que, si no, se le acaba el chollo a Cervantes de ir contando esta historia que, definitivamente, es un puro diálogo entre dos personajes principalmente, pero hay más: la sobrina, el ama, Sansón Carrasco, el cura, los duques en la segunda parte, etc.
En nuestra vida el diálogo es fundamental. Hay gente que lo aviva.
Sin embargo, también hay gente que lo mata.
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