La luminiscencia de la mañana es arrolladora. Lucen los ladrillos y los troncos de los árboles. Me viene a la mente un desprecio que hizo un familiar a otro hace ya mucho tiempo: eres la rueda de repuesto. Qué finura, qué sensibilidad. En fin, cosas que se dicen quiero pensar sin pensar. Hoy me he levantado tarde. No voy a ir a charlar al parque. La gente que se muere deja un recuerdo. Puede ser este malo o bueno. He leído en un artículo que la gente no mira si uno es rico o pobre sino la manera en que es tratado por el rico o por el pobre. Yo creo que es verdad. Si un rico no se afloja la mosca o nos trata de imbéciles, pues qué caso le vas a hacer. Así con el pobre. La vida surge en cualquier momento y nos deja patidifusos. Quiero decir que de la vida, a veces, emana un no sé qué que hace que estemos del lado de la vida. Los trabajos que nos manda el Señor nos los manda el Señor, no Perico el de los palotes. Es la una en mi reloj. La hora de comer se acerca oportunamente pues es trámite hoy que pasaré casi sin hambre. Comeremos el pescado estipulado para el domingo y basta. Los que se atreven contra todos, contra todos pierden y caen en un particular infierno. Eso es así porque el hombre debe tratar a los demás con respeto y bonanza, no con soberbia.
Los álamos resisten los empellones del sol, le hacen frente
y destacan sus hojas verdes al aire.
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