El que roba ya sabe que es un ladrón, le guste admitirlo o no. Los demás le podemos juzgar como tal y tener a buen recaudo nuestras pertenencias de ese ejemplar de primavera. La vida da tantas vueltas como el segundero del reloj. Lo que pasa es que el segundero señala unos espacios temporales tan ajustados y breves que no notamos nada. Pero en un segundo podemos estar llenos de alegría o hechos polvo. Es el segundo decisivo que rompe la monotonía de los días con su rutina impuesta o no impuesta. La vida, como decía un escritor, es una cucaña o una colmena. Las cosas elaboran unos hilos sutiles pero no valen para darnos la felicidad. La felicidad viene envuelta en el corazón de cada uno, sin objetos ni migrañas ni alteraciones. Viene la felicidad como viene el mar hasta nuestros pies.
Es pronto o nunca. La mañana no sugiere acción, no da la vuelta al ser.
La mañana brilla, se esconde o daña el tejido de las rosas.
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