A lo mejor, mejor que estar escribiendo estos extraños blogs, podría leerme un tratado sobre el teatro español de los siglos XVI y XVII. Aprendería algo que no redactando estas reflexiones un tanto banales. El otro día, domingo, cogí un tema de la carpeta que guardo con los temas de oposición y estuve entretenido con la literatura catalana, gallega y vasca. Más con la catalana porque es la que tiene más enjundia, a mi parecer. Huele a pescado por el comedor, donde acudo a fumar y en la cocina, donde me llego a beber un vaso de agua fresca y ¿saludable? Lo dejaremos en fresca. Veo que se leen mis blogs porque el sistema del blog mismo hace recuento de las visitas. Sigue la brisita de la ventana, que da a una piscina. Sigue el segundero contando segundos de la vida de los que estamos vivos. ¿Y los muertos? ¿Hay segundero para los muertos? Jesucristo dijo que Dios es un Dios de los vivos, no de los muertos. Lo que hagamos en nuestra vida nos señalará cuando muertos, en el recuerdo de nuestro más allá. ¿Qué hizo ese?, dirán. Nada, joder la parva.
En los ángulos del salitre pasean el agua, la arena y el bañista.
En Madrid, en los ángulos del aire, pasean el ladrillo, la esquina y el que escribe.
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