La araña asesina me picará,
se me caerá el helado al suelo
y me ahogaré en el mar.
Es muy duro ser turista por el mundo.
Está uno expuesto a miles de peligros.
La salmonelosis de la ensaladilla,
rozaduras, golpes, apretujones.
Después de comer, al hotel, que te hielas.
Una siesta y otra vez al ancho mundo de la playa.
Qué bonita es la arena por el cuerpo, la pequeña hambre que arrastras porque no te gusta nada, el dolor de no haber visto ese monumento tan grandioso. Otra vez a la playa, a la arena, a la puta toalla y el mar, el insondable mar. Qué asco. Con lo bien que estoy yo en mi pisito de Madrid. Un niño me salpica, otro me echa arena.
Donde va Vicente no hay más que gente, gente y gente.
A dormir después de dar una vuelta por el pueblo lleno de gente y a pensar cómo pagar lo que me estoy gastando entre comidas y hotel. Y eso que he venido solo a ver a unos amigos.
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