Sabiduría triste: la que no se aplica, la que no cuenta para nada ni para nadie. Pero ahí está. La vida no es llorar lo que ya está hecho y luego venir con lamentaciones. Injustamente, olvidamos la alegría de la noche, de esa verbena infinita. Los cánticos, los malditos pasodobles, la música de ahora que yo no sé cuál es. Y el cubata en la mano y venga reír al contar al de al lado lo bien que lo has pasado en la playa. El tiempo dulce del amor ya pasó. Ahora queda la ceniza en los tristes labios de un suspiro de fuego de los maduros campos. Es así la vida. Hay que divertirse hasta las cinco o las seis de la madrugada porque es lo que pinta. Y luego, cuando llega el 20 de agosto, ya nadie se acuerda de esa canción que decía: Tú y yo solos en la noche, o algo así.
La mentira y el odio se representan con figuras feas y sucias.
Así, la pena de no saber estar, la pena de los ladrones del aire.
No hay comentarios:
Publicar un comentario